El templo romano de la paz, que nunca pudo ver la paz

El templo romano de la paz de Numa Popilo cerraba sus puertas en tiempos de paz. Curiosamente, durante mil años solamente cerró sus puertas cuatro veces.

Numa Pompilius, o Numa Pompilo por su castellanización, fue el segundo de los reyes de Roma durante el denominado período de los reyes etruscos. Reyes que reinaron sobre la ciudad antes de que esta se convirtiese en una República hace unos 2600 años aproximadamente. Este rey fue, irónicamente, ya que era sabino y no latino, el promotor de grandes cambios que dieron origen al grueso de la nacionalidad e identidad romana

Ilustración de una moneda romana con el templo de Numa Pompilo.
Ilustración de una moneda romana con el templo de Numa Pompilo.

Reyes sabinos: otro de los reyes sabinos de Roma fue Tulio Hostilio, rey famoso por haber sido «partido por un rayo»: Tulio Hostilio y el significado de la frase «que te parta un rayo».

Uno de estos cambios fue la construcción de varios templos y edificios -recordemos que en ese entonces Roma no era la magna polis del mundo a la que nos acostumbró el Imperio, sino más bien una ciudad modesta-. Entre los templos construidos por el monarca se hallaba uno muy hermoso dedicado al héroe guerrero Jano, el dios de las dos caras.

Sin embargo, este templo poseía una curiosidad, al ser un templo al que se iba a orar en tiempos de guerra, sus puertas deberían permanecer cerradas en los tiempos de paz y abiertas en los de guerra. Roma, como es de público conocimiento, era un pueblo guerrero por excelencia, por lo que, durante más de mil años, el templo cerró sus puertas sólo cuatro veces por una breve cantidad de días (tan breve que dicha cantidad de días es prácticamente insignificante estadísticamente, es decir, a nivel de estadísticas es lo mismo que Roma nunca haya tenido paz).

Una con el mismo Numa Pompilo en el poder; otra siglos más tarde bajo el consulado de Titus Manlius, la tercera bajo el imperio de César Augusto en el 29 a.C. y la cuarta y última vez en el 70 d.C durante el imperio de Vespaciano. Según se cree, el número de días combinado del cierre de puertas no llega a sumar un año entero.

Por fortuna el templo ha llegado a nuestros días relativamente intacto, algo que no se puede decir de la gran mayoría de los edificios romanos. Recordemos que en el siglo XIV tras el gran terremoto de Roma el cual derribó una gran cantidad de edificios romanos, muchas personas simplemente tomaron la roca y el mármol derribado de los edificios romanos para sus propias casas. Peor aun, se hizo un hábito a los constructores locales el ir a robar roca y mármol de las construcciones romanas.

Curiosamente, desde la caída del Imperio Romano, el templo solo volvió a abrir sus puertas durante la Segunda Guerra.

Ilustración del templo de Numa Pompilo.
Templo de Jano, el dio de las puertas.

Sobre Vespaciano, el arquitecto del mundo

Vespaciano cambió por completo la cara de Roma, tanto en la ciudad como en las provincias construyendo algunos de los edificios, caminos y templos más reconocibles del Imperio Romano. Uno de estos fue el mundialmente famoso anfiteatro, mejor conocido en nuestros días como el coliseo romano.

Mencionamos en especial el coliseo porque el mismo era el opuesto al templo mencionado anteriormente. Era una alabanza a la guerra y el poder militar, un edificio donde además de batallas entre gladiadores se recreaban, con un altísimo grado de «libertad artística» eso si, algunas de las batallas más importantes de la historia romanas. Incluso batallas navales ya que el coliseo podía ser inundado para recrear batallas navales.

Semejante grandeza y simbolismo del poderío romano estuvieron planeados desde un principio. El coliseo no sólo era un anfiteatro más de los tantos que había desparramados por todo imperio, era una corona en honor a la dominación militar romana, el hito que anunciaba ante el mundo y a los romanos mismos que Roma era la reina indiscutida del este.

La obra fue planeada por durante el año 70 por el mismo emperador Vespaciano y las tareas de construcción en sí fueron finalmente comenzadas durante en el año 72. Siendo la construcción inicial terminada sólo tan ocho años después en el año 80 bajo el imperio del emperador Tito. No obstante, debemos decir que el coliseo que nosotros conocemos hoy en día es el ampliado por Domiciano entre los años 81 y 96, efectivamente los tres emperadores de la denominada Dinastia Flavia. Puedes leer más sobre la simpleza de la arquitectura del coliseo en el artículo que hemos escrito sobre el mismo.

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