Tulio Hostilio y el significado de la frase «que te parta un rayo»

Cuando el rey Tulio Hostilio ejecutó cruelmente al líder de Alba Longa, los romanos creyeron que Júpiter lo maldijo: "que te parta un rayo"

Tulio Hostilio, rey de Roma

El rey sabino de Roma, Tulio Hostilio, nunca le prestó mucha atención a la cultura griega, reinante y respetada en el Mundo Clásico. Se cuenta que no temía y comúnmente menospreciaba a los dioses helénicos, algo que convirtió a su disparatada muerte en una ironía de la cual se desprendió la frase «que te parta un rayo».

Reyes sabinos: Tulio Hostilio fue uno de los reyes sabinos de roma, los cuales, irónicamente, a pesar de ser sabinos y no latinos, le dieron a la antigua Roma gran parte de su intensidad. Otro de los reyes sabinos fue Numa Pompilo, famoso por haber construido un templo de la paz que nunca vio dicha paz.

Su juventud y reinado estuvieron señalados por la guerra, la traición y los conflictos -de hecho fue tan belicoso que de su apellido proviene la palabra hostilidad-. Entre sus hazañas militares se encuentra la conquista de Alba Longa, a la cual no destruyó sino que asimiló, ya que eran personas de la misma etnia y cultura que los romanos y ambas hablaban la lengua latina.

Pintura representando al rey sabino de Roma Tulio Hostilio.
Pintura representando al rey sabino de Roma Tulio Hostilio en guerra contra los ciudadanos del Alba Longa. Vemos a Tulio hostilio montando su caballo en una batalla sin cuartel.

Alba Longa era una ciudad que según la leyenda había sido fundada por uno de los hijos del mismísimo Eneas, el héroe y personaje principal de La Eneida, la clásica obra del gran escritor y poeta romano Virgilio.

En un conflicto posterior acusaría falsamente de traición al jefe de los albanos dándole a sus líderes una de las muertes más descabelladas y dolorosas que se podían imaginar, con una tortura tan cruel que rivalizó incluso a las torturas que los khanes mongoles daban a sus enemigos.

No obstante, pasarían los años y Tulio Hostilio sería consumido por la paranoia y la frase «que te parta un rayo» tendría su origen.

Que te parta un rayo

Con el tiempo, Tulio comenzó a volverse supersticioso y a temer un castigo divino. Esto lo llevaba a comentar frecuentemente que Zeus -Júpiter para los romanos- dios del trueno y rey del Olimpo, lo mataría con un rayo o que Hermes -Mercurio para los romanos- le envenenaría su vino. Con el tiempo se comenzó a obsesionar con su muerte y un posible castigo tanto a manos de los dioses como de sus enemigos políticos.

Paranoia que lo llevó a quitar todas las piezas metálicas del palacio -si bien los romanos no sabían el por qué el metal atraía la furia de Júpiter, la observación a lo largo de los siglos los llevó a darse cuenta de que cargar algo metálico en una tormenta no era muy sabio- y a distanciarse de los hombres del gobierno. Muy a su pesar, y según indica la tradición, Tulio murió partido por un rayo cuando caminaba frente a su familia en el año 640 aC.

Es muy común que gran parte de las frases que utilizamos hoy en día tengan origen en la mitología. Por ejemplo, la frase «le costó un ojo de la cara« tiene su origen en la mitología nórdica.

Los tres Horacios

La imagen hace referencia a la lucha entre Roma y Alba Longa. Como las dos eran ciudades de la misma raza y cultura unidas por muchos lazos, incluso familiares, se prefirió evitar una lucha masiva entre hermanos, por lo que se designaron a tres hombres de Roma (los hermanos Horatii) y a tres albanos, los trillizos Curiatii.

Estos se enfrentarían a duelo y dependiendo del resultado la ciudad ganadora sería la que fuera la madre del trío ganador. Tras una épica y trágica lucha los Horatii, de los cuales solo sobrevivió un hermano, se alzaron con la victoria.

Cuando Roma era débil

Ciertamente los orígenes de Roma, mucho antes de convertirse en una República e incluso durante sus primeros siglos como una República fueron fascinantes. Sobre todo debido al hecho de que Roma, y a diferencia de lo que estamos acostumbrados, estaba constantemente a la defensa en vez de la ofensa. Como por ejemplo cuando los celtas los humillaron bajo el yugo tras una dolorosa y vergonzosa derrota.