Al terminar la segunda guerra mundial los japoneses entregaron a los Estados Unidos algo que dejó atónitos a sus comandantes: un submarino portaaviones.
El Schienenzeppelin fue un tren experimental desarrollado en la década de 1930 que incorporaba una hélice de avión para cortar la resistencia del aire.
Deseosos de tomar al enemigo por sorpresa, los ingenieros soviéticos combinaron un tanque T-60 con un avión Antonov, creando un tanque de guerra volador.
El XF-85 Goblin fue un prototipo de avión caza diseñado por los Estados Unidos el cual iba añadido al fuselaje de un bombardero a manera de "parásito".
Los poderes de la Guerra Fría construyeron gigantescos espías electrónicos para analizar al enemigo. Duga-3, el pájaro carpintero soviético, fue la antena más misteriosa de la Guerra Fría.
A finales de la década del cincuenta la Ford Motor Company, inspirada en los avances tecnológicos, intentó construir un automóvil nuclear: el Ford Nucleon.
Desde un sistema de posicionamiento hasta misiles guiados que no se verían nuevamente hasta una década fueron algunas de las armas secretas alemanas de la segunda guerra mundial.
En la Segunda Guerra Louis Mountbatten propuso contruir el Habbakuk. Un portaaviones estático hecho con Pykrete, una mezcla de hielo y pulpa de madera.