
Elefantes de guerra y elefantes como transporte
Desafortunadamente el ser humano ha explotado a prácticamente todos los animales del planeta, y los elefantes de guerra no fueron la excepción.
Desafortunadamente el ser humano ha explotado a prácticamente todos los animales del planeta, y los elefantes de guerra no fueron la excepción.
Debido a las largas rutas transatlánticas, es muy común que los barcos gigantes que transportan contenedores queden en medio de una enorme tormenta.
La masiva explosión no solo destruyó la nave, sino que además prácticamente desintegró la torre de control y destruyó gran parte del centro de despegue.
Tom Attridge fue un piloto que en el año 1956, tras una vertiginosa maniobra a gran velocidad, hizo que sus propias balas impacten contra su avión, derribándose a sí mismo.
En el siglo XIX el líder de Egipto le regaló a Estados Unidos un obelisco de 3500 años. Al instalarlo en el Central Park la humedad lo daño permanentemente.
A lo largo de la historia un puñado personas que cayeron desde aviones sin paracaídas tuvieron la increíble suerte de sobrevivir a dichas caídas.
Los restos del astrónomo Eugene Shoemaker fueron llevados a la luna en la misión Lunar Prospector, convirtiéndolo en la única persona enterrada en la luna.
La codicia y la inoperancia llevaron a que se origine un fuego subterráneo en las minas de carbón de Centralia, el cual lleva ardiendo más de medio siglo.
Tras naufragar el marino Chunosuke Matsuyama arrojó un mensaje en una botella el cual llegó a su pueblo 150 años después de ser escrito.
Miles de patitos de goma se perdieron en el océano tras la caída de un contenedor, dando la vuelta al mundo durante más de dos décadas.
De todas las historias sobre acumuladores ninguna se acerca en demencia y escala a la de los hermanos Collyer y sus 103 toneladas de basura.
Muchos inventores encontraron su fin a manos de sus invenciones. De la silla cohete de Wan Hú al destino del inventor de la rueda medieval.
Cuando el rey Tulio Hostilio ejecutó cruelmente al líder de Alba Longa, los romanos creyeron que Júpiter lo maldijo: "que te parta un rayo"