Ciertamente manipular la naturaleza es algo común en la Historia de la humanidad. A lo largo de los siglos la manipulación de la naturaleza a través de la selección artificial y los injertos han logrado desde la obtención de las verduras y los frutos que consumimos en el presente, los cuales se asemejan muy poco a sus antepasados naturales, hasta curiosos árboles que dan cuarenta tipos de frutos distintos. Biosphere 2 es uno de estos intentos de manipulación de la naturaleza, y en efecto uno de los más interesantes.
La adversidad muchas veces es algo necesario, algo que si es aprovechado nos servirá para aprender y formar nuestro carácter. Quizás el mejor ejemplo de ésto es lo que ocurrió en Biosphere 2, un hábitat completamente cerrado creado por la Universidad de Arizona en 1987 con el fin de servir como ecosistema de investigación y vivarium de varias especies de plantas y árboles exóticos.
Si bien en el presente se utiliza para los fines anteriormente mencionados, a principios de los años 90 la instalación sirvió para un propósito de investigación científica pura: crear el primer ecosistema completamente cerrado. Desde los nutrientes hasta el oxigeno, la humedad y demás recursos serían creados y reciclados constantemente utilizando las costosas y complejas maquinarias y sistemas dentro de las instalaciones del complejo.
La idea original era la de crear el hábitat perfecto, todos los parámetros medidos en tiempo real por avanzados sensores y regulados por complejos sistemas de control; dándole a los vegetales en el lugar la cantidad de nutrientes perfecta y asegurando la virtual inexistencia de plagas e insectos invasivos.
De funcionar, se crearía un ecosistema aislado del mundo el cual podría servir como punto de partida para el desarrollo de ecosistemas en bases inter-planetarias o incluso la preservación de las especies vegetales en caso de una catástrofe ecológica a escala global.
Así fue, al menos durante los primeros años, las plantas y árboles que crecían dentro de B2 eran más voluptuosas, más grandes en incluso abundantes que sus pares en el resto de la tierra. Ciertamente ésta serie de ecosistemas cerrados que ocupaban 1,27 hectáreas eran un paraíso en la tierra, perfecto, sin adversidades ni problema alguno.
Pero algo comenzó a ocurrir, y en un principio ninguno de los científicos entendió el por qué. Los árboles se quebraban antes de madurar cayendo a tierra sin motivo alguno. Tras buscar varias respuestas la definitiva vino del análisis de la madera y las raíces de los mismos. Al haber crecido completamente guarecidos de los vientos, éstos árboles nunca desarrollaron raíces lo suficientemente arraigadas, y la madera de los troncos y ramas carecían de las denominadas maderas de compresión y tensión.
Dichas maderas son los dos tipos de tejido especial desarrollados por las plantas leñosas en sus ramas principales y deformaciones de los troncos como respuesta a los efectos de la gravedad y del viento. Generalmente la madera de tensión es más común en los árboles de madera dura, es decir las angiospermas como pueden ser los robles; mientras que la madera de compresión hace lo mismo en los árboles de madera blanda es decir las gimnospermas como las coníferas.
Gracias a esto en la naturaleza los árboles pueden resistir fuertes vientos, terremotos e incluso alcanzar alturas colosales, como es el caso de Hiperión el árbol más alto del mundo.
No obstante, no es exclusivo a unas y otras y distintos tipos de madera de reacción pueden ser observados en un mismo árbol. Ambas son un tipo de madera en la cual las células del tejido vegetal se alinean de manera no vertical, permitiendo al árbol contar con un soporte extra y una mayor capacidad de torsión así como soportar las fuerzas de tensión causadas por los vientos. De hecho, en la naturaleza las plantas leñosas utilizan en parte éste tipo de manera para por alinearse mejor ante el sol y recibir mayor cantidad de luz solar en sus hojas.
Tras una serie de investigaciones los científicos de la universidad descubrirían que la razón por la cual los árboles del hábitat crecían a un ritmo mucho mayor que el resto de los árboles en el exterior se debía al hecho que no generaban los distintos mecanismos de soporte y arraigo que permiten que los árboles no sólo vivan por cientos y miles de años, sino que además resistan fuertes vientos y tormentas.
Hoy en día B2 sigue en funcionamiento, aunque ya no como un sistema completamente cerrado, sino que se ha reorientado y convertido en una reserva de especies exóticas y amenazadas. Algo extremadamente útil y necesario en una época en la cual la destrucción de los bosques tropicales es endémica y, aparentemente, imparable.
Ciertamente esto nos recuerda, aunque con un desenlace mucho más favorable y benigno, a uno de los experimentos con ecosistemas más irracionales del siglo XX, El experimento que destruyó el ecosistema de Borneo mediante la introducción de especies invasivas, uno de los mayores y más destructivos intentos de modificar el medio ambiente en el cual se introdujo una sucesión de especies invasivas para combatir a otras especies invasivas causando de este manera un colapso ambiental sin precedentes.