El origen de las especies
El viaje en el HMS Beagle llevó a Charles Darwin a recorrer las costas del mundo entero. Fue en ese histórico viaje, gracias al contacto con infinidad de especies exóticas y desconocidas, donde el padre de teoría de la evolución comenzó a entender el principio de selección natural y a darle forma a la que sería su obra máxima: El Origen de las Especies, un libro que cambiaría al mundo y considerado como uno de los cien libros más influyentes en la Historia.
Sin embargo, Darwin estuvo a punto de realizar dicho viaje, y todo por culpa de la forma de su nariz. El HMS Beagle tuvo planeado desde un inicio un largo viaje por el mundo. Su ruta tocaría la mayoría de los continentes, incluidas varias islas remotas y alejadas del resto del mundo. Esto le permitiría a Darwin observar especies a lo largo y ancho del mundo, y ver sus variaciones y diferencias en los lugares remotos.
Al mando del capitán FitzRoy la misión original del Beagle consistía en realizar mediciones cronométricas y catalogar las costas de América del Sur. Esto, a Darwin, le sería de vital importancia en el desarrollo de su investigación, ya que le daría acceso a especies y lugares desconocidos.
Entre los magníficos descubrimientos realizados por Darwin contamos con varios fenómenos y características geográficas, como por ejemplo los asombrosos hielos penitentes en los Andes, descritos por Charles Darwin por vez primera.
Pero más importante aun, sería el punto de partida que le permitiría relacionar al mecanismo evolutivo con el principio de selección natural. De hecho, de no haber visitado las Galápagos y observado allí las distintas variaciones y sutiles diferencias y adaptaciones entre las especies nativas a cada una de las islas -islas cuya configuración geográfica las hace únicas en el mundo con respecto a las notables diferencias evolutivas entre las especies que las habitan-, este muy posiblemente no hubiese escrito uno de los capítulos más fundamentales e importantes de El Origen de las Especies, libro fundamental en la historia de la ciencia y sobre todo la biología.
Pero había un problema antes de escribir el libro Darwin era un simple joven recientemente egresado de sus estudios universitarios, abriéndose camino en un mundo competitivo y el capitán FitzRoy tenía la última palabra sobre quien podía abordar y quien no su navío. Como veremos a continuación, conseguir un lugar en el viaje le fue muy difícil.
La era de los naturalistas exploradores: un fenómeno extremadamente benéfico para la ciencia y el conocimiento tuvo lugar en los siglos XVIII y XIX gracias a la gran cantidad de puertos que las flotas mercantiles y militares de los poderes coloniales abrieron alrededor del mundo, y ese fue el fenómeno de los naturalistas e investigadores científicos exploradores. Así como Darwin recorrió el mundo, otras figuras como el naturalista e ilustrador Alexander Von Humboldt, definido po el mismo Darwin como «el más grande viajero científico de todos los tiempos«, recorrieron el mundo explorando sus secretos y misterios. Puedes leer más sobre Humboldt y la historia del loro que fue el último ser vivo en retener palabras de la lengua de los atures siguiendo este enlace.
La nariz de la discordia
No obstante, Darwin estuvo a punto de no subir al barco, todo por la forma de su nariz. FitzRoy era una persona muy especial. Hiperactivo, excéntrico y fácil de ofender -incluso llegando a ofenderse de por vida sólo por cosas tan simples como ver a alguien arreglándose el pelo mientras él le hablaba-. Entre las obsesiones del singular capitán se encontraba la de «analizar» a una persona en base a sus fisonomía. Por lo que prácticamente conocía de memoria la obra del famoso «morfopsicólogo» Lavater. La frenología era muy común en el pasado, desde la lectura de chichones del Dr. Gall hasta la «morfopsicología» de Duchenne de Boulogne.
Es así que cuando vio al joven y en ese entonces desconocido Charles Darwin, de inmediato lo analizó minuciosamente y en cuestión de segundos determino un «aspecto de su carácter» que casi pone en riesgo el histórico viaje. En efecto, el capitán determinó que «por la forma de su nariz» Darwin debía ser «un hombre flojo de carácter, de poca energía y determinación».
Muy arduamente FitzRoy buscó un remplazo para el joven investigador. Sin embargo, la proximidad del viaje le impidió encontrar un reemplazante, por lo que muy a su pesar y a regañadientes tuvo que dejar viajar a Darwin. El diario del viaje puede ser consultado aquí.
Qué hubiese pasado si Darwin no abordaba el Beagle.
De no haber viajado en el Beagle es muy probable que sí hubiese escrito su gran obra. Sin embargo, no este no hubiese contado con la enorme base de datos y evidencia empírica que recopiló durante el viaje. Evidencia que luego, en las subsiguientes ediciones del ODLE, utilizó para responder a todos los ataques y contra-análisis de sus detractores. Por lo que la Teoría de la Evolución hubiese tenido un despegue mucho más lento y dificultoso del que tuvo.
Como vemos, Darwin no solo cambió el mundo de la ciencia con sus descubrimientos, sino que además tuvo un fuerte impacto a nivel filosófico, ya que cambió por completo las teorías sobre el origen de la vida en la tierra y trajo la luz de la ciencia a un campo en el que había mucha oscuridad.
Además del fenómeno de selección natural Charles Darwin también describió el fenómeno de selección artificial, en el cual los seres humanos, principalmente los trabajadores agrarios, modifican de manera acelerada a las distintas especies mediante la selección por preferencia de ciertas características en los animales y vegetales que crían.
Para leer más sobre la selección artificial puedes leer sobre cómo los cómo los campesinos holandeses dieron su color naranja a las zanahorias, algo muy curioso ya que originalmente las mismas eran amarillentas y de un sabor sutil, o cómo la nobleza victoriana se obsesionó por ostentar su riqueza ganadera y en el proceso creo la raza shorthorn.