Kenny Bräck, el hombre que sobrevivió a una desacelaración de 214g

El piloto de carreras Kenny Bräck pasó a la historia por ser el único ser humano que sobrevivió sin secuelas graves a una desaceleración de 214g.

Kenny Bräck

Kenny Bräck es un piloto sueco que antes de retirarse participaba en distintos circuitos de Indy, CART e Indianapolis. Fue en uno de estos torneos en los cuales sufrió el peo accidente de su carrera, el cual no sólo es el peor en su historia pero además considerado como el peor accidente en la historia del automovilismo.

Este fue en el año 2003, en la Texas Motor Speedway, su vehículo trabo sus ruedas con el conducido por Tomas Scheckter y en cuestión de milissegundos ambos autos quedaron destruidos. El de Scheckter sufrió el menor daño, ya que continuo contra el borde de la pista, p3ro el de Bräck comenzó a girar como un trompo, desintegrándose en el proceso.

Kenny Bräck posando junto a uno de sus automóviles de carrera.
Kenny Bräck posando junto a uno de sus automóviles de carrera.

Durante ese trompo descontrolado, Bräck sufrió múltiples desaceleraciones, incluído un pico de 214g (1g es igual a la aceleración de la gravedad, 9,8m/s²), algo terrible. Para darnos una idea, la Galileo Probe, la mini sonda experimental que se desprendió de la nave sonda Galileo en 1995 y entró a la atmósfera de Júpiter a unos 47 kilómetros por segundo, al impactar contra la atmósfera sufrió una desaceleración de 230g, y la fricción fue tal que su escudo termal de 152 kilogramos perdió 80 kilogramos durante el ingreso.

Kenny Bräck logró sobrevivir en parte gracias a los hallazgos realizados por un doctor de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos llamado John Paul Stapp, quien ayudó a recolectar la información necesaria para la creación de los HANS Devices (Head And Neck Support Device), o en español: Soporte para cabeza y cuello, dispositivos que se colocan entre la espalda, la cabeza y el cuello y salvan incontables vidas de pilotos de carrera y de aviones todos los años.

La sonda luego desplegó su paracaídas y durante 58 minutos transmitió a su nave madre las lecturas del interior de Júpiter, un verdadero infierno.

Ilustración de la Galileo Probe descendiendo en la atmósfera de Júpiter.
Ilustración de la Galileo Probe descendiendo en la atmósfera de Júpiter.

El hombre que lo hizo posible

Bräck no tendría que haber sobrevivido a semejante colisión, pero lo hizo, con fracturas múltiples y 18 meses de terapía, pero lo hizo, y lo hizo gracias a otro hombre: el coronel John Stapp, un médico, cirujano de vuelo y biofísico de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos quien dedicó su vida al estudio de la desaceleración en los pilotos.

Strapp también trabajó, tras retirarse de la fuerza aérea en la NHTSA (National Highway Traffic Safety Administration), estudiando los efectos de las colisiones y la desaceleración en los conductores y sus cuerpos así como las contramedidas necesarias para aminorar la cantidad de heridas sufridas en la espalda y el cuello.

Strapp es un héroe silencioso, ya que a pesar de no ser conocido es quizás responsable de haber salvado cientos de miles de vida, y eso no es una exageración. A finales de los años 40, y con el fin de no arriesgar la vida de sus pilotos, se ofreció como voluntario para llenar su cuerpo de sensores y someterse a violentas desaceleraciones, estudiando además las reacciones mecánicas del cuerpo. La información recogida de éstas pruebas sería fundamental para la creación de los crash test dummies, los maniquíes de pruebas de choque.

Fotografía de Paul Stapp montado en un trineo supersónico.
Paul Stapp desvanecido durante una de sus pruebas.

En 1954 realizó su más peligrosa prueba, tras la misma quedaría temporalmente ciego. Esta prueba, para la cual se debió atar a un trineo impulsado a cohete, sirvió para re-diseñar los arneses de seguridad y los asientos del piloto para proteger el cuello y evitar un paro cardíaco al sufrir presión extrema en el pecho por parte del cinturón de seguridad sujetando al piloto.

Fotografía de Paul Stapp y su equipo.
Paul Stapp siendo preparado para una de sus pruebas supersónicas en el Sonic Wind I.

Los datos recolectados sirvieron para la creación de los maniquíes de pruebas modernos, tanto los efectos físicos sufridos por la victima así como varios rediseños y nuevos conceptos de seguridad que no eran considerados hasta ese momento.


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