La invasión mongol a Japón del siglo XIII relatada por sus protagonistas

Las invasiones mongoles a Japón fueron un evento histórico fascinante. Un ejercito invencible contra un grupo de samuráis decididos a luchar hasta el final, sabiendo que si lograban repeler a los mongoles los dejarían atrapados en un tifón.

El Imperio Mongol

La historia de la invasión del Imperio Mongol a Japón liderada por Kublai Khan en el siglo XIII es uno de los eventos más interesantes en la historia. Si bien a un costoso precio, una alianza entre las casas samurai logró repeler a ultimo momento a los mongoles que habían desembarcado en Tsushima para «dejar pasar» un tifón. Obligando así a las tropas a retornar a sus navíos quedando a merced del inclemente tifón.

No obstante, si bien esta fue una de muchas invasiones mongoles, invasiones que muchas veces eran necesarias en la sociedad mongol ya que de lo contrario los khanes iban a la guerra unos con otros, lo más interesante de esta en particular fue que todo quedó registrado en una serie de magnificas ilustraciones ordenadas por el legendario guerrero samurai Takezaki Suenaga.

Invadiendo Japón

Ilustración de las invasiones mongoles.
Caballo herido.

Tras subyugar a Corea, conquistar gran parte de China y construir su red de postas para comunicarse rápidamente a través del imperio el Gran Khan mongol puso sus ojos en Japón, ciertamente la joya de Oriente y las islas que nunca nadie pudo doblegar. Él se propuso a ser el primero en conseguirlo. Para su infortunio, tanto la naturaleza como el duro espíritu japonés se pusieron en su contra.

La primera invasión tuvo lugar en el año 1274, y para la misma se emplearon más de 300 navíos de gran porte y alrededor de 450 barcos y botes de soporte con suministros. Primeramente las fuerzas mongoles invaden las islas lindantes de Tsushima e Iki mostrando gran crueldad, incluso textos mongoles mismos afirman que se mutilaban las manos de mujeres japonesas para clavarlas en los cascos de los barcos y así golpear emocionalmente a los soldados japoneses.

Luego de estas breves incursiones comienza el grueso de la invasión al intentar desembarcar en la bahía de Hakata. A éstas alturas los japoneses tenían todas las de perder, tras cinco décadas de paz interna sus generales contaban con muy poca experiencia real en la guerra a gran escala, mientras que los mongoles al mismo tiempo, y debido a su expansión territorial, iban con experiencia, técnicas y tecnologías ganadas en sus numerosas batallas contra europeos y árabes -hacía poco más de 20 años atrás que lograban reducir Bagdad a cenizas, evento del cual ya hablaremos-.

Las invasiones eran necesarias para los mongoles, ya que este pueblo, guerrero por excelencia, comenzaba a sufrir un considerable sangrado interno durante los períodos prolongados de paz debido a las constantes e interminables escaramuzas internas entre las varias figuras de poder que comandaban las tropas.

El manuscrito, además de relatar los eventos sucedidos en primera persona, brinda una cantidad invaluable de información militar, como por ejemplo una detallada descripción de los abordajes marítimos realizados por los guerreros samurai.

Ilustración de las invasiones mongoles.
En este fragmento vemos a los samurai abordar los barcos mongoles tras la tormenta.

No obstante, una gigantesca tormenta destruye una gran porción de la armada mongol dándole a los japoneses la oportunidad de utilizar botes pequeños y abordar con sus guerreros samurai el resto las naves enemigas para entablarse rápidamente en combate cuerpo a cuerpo y quitarle así a los invasores su mayor ventaja, el combate a distancia utilizando jinetes arqueros. Más de veinte mil guerreros mongoles, chinos y coreanos -los mongoles solían llevar consigo guerreros de sus estados vasallos- fueron eliminados.

No vencido, el Gran Khan mongol da la orden para una nueva invasión, ésta vez mucho más grande y con la intención también de vengar lo sucedido durante la primera. Al mismo tiempo, los japoneses no dormirían en sus laureles, sino que comenzaron a crear toda una serie de enormes muros de piedra y fortalezas en lugares clave así como varias estrategias defensivas entre las que se encontraba la puesta a punto de los guerreros samurai bajo un estricto y extremadamente duro régimen de entrenamiento y combate, con foco especialmente en los samurai ubicados de la isla de Kyushu.

En la siguiente imagen vemos las formaciones de escudos empleadas por los japoneses para intentar contrarrestar los ataques de arqueros a caballo de los mongoles.

Ilustración de las invasiones mongoles.
Formación de guerreros japoneses esperando en formación a los mongoles y sus aliados.

La segunda invasión tuvo lugar, para evitar los problemas de la primera, durante la época primaveral del año 1281. La misma tomó dimensiones épicas y se dividió en dos fuerzas: la más grande compuesta por más de 3.500 naves y más de 100 mil guerreros partiendo desde el sur de China y la segunda compuesta por más de 900 naves y 40 mil guerreros partiendo desde Masan. Inicialmente una serie de problemas llevaron a que la segunda flota se retrase mientas que parte de la armada coreana fue aniquilada cerca de Tsushima.

Nota: era común en Japón y en toda Asia antigua que eventos históricos se asienten en enormes manuscritos ilustrados que se guardaban en rollos. Por ejemplo, la empresa que llegó a ser la empresa más antigua de la humanidad con una historia de 1400 años antigüedad, asentó la historia de su creación en uno de estos rollos. Otro gran ejemplo es el largo manuscrito chino de 52,8 metros de extensión denominado A lo largo del río durante el Festival Qingming el cual puedes consultar y apreciar siguiendo este enlace.

En la imagen a continuación vemos como la obra muestra las tácticas de flanqueo tan utilizadas por los mongoles.

Ilustración de las invasiones mongoles.
Guerreros mongoles avanzando con sus caballos,

Estos fueron solo contratiempos y no les impediría continuar con su invasión a toda marcha. No obstante, los japoneses lograron efectivamente predecir los planes de invasión mongoles, y para el verano de ese mismo año el combinado de las flotas mongoles, chinas y coreanas, tras destruir Iki-shima, desembarcan en Kyushu, isla en la cual se encontraban esperándolos los más aguerridos y experimentados guerreros samurai de Japón.

El resultado fue toda una carnicería, en un evento hoy conocido como la Batalla de Koan más de 25 mil invasores fueron brutalmente masacrados por las espadas japonesas forzándolos a retornar a sus navíos.

Trampa mortal, ya que un tifón, al que los japoneses hoy recuerdan con el nombre de kamikaze-viento divino- arremetió contra la flota del Khan hundiendo la mayoría de las naves. Otros problemas en Asia y la dura lección dada por los japoneses harían que el Gran Khan abandone sus intentos de una tercera y aun más grande invasión.

Ilustración de las invasiones mongoles.
En este fragmento vemos al mismo Takezaki Suenaga a punto de embestir contra los arqueros mongoles.

Los rollos

Entre los años 1275 y 1293 Takezaki Suenaga, uno de samurai involucrados en ambas invasiones, ordena la creación de dos rollos llamados Mōko Shūrai Ekotoba-Relato Ilustrado de la Invasión Mongol- en los cuales se describe de manera gráfica y pequeños textos lo sucedido durante la invasión.

En los mismos se ven tanto batallas navales como terrestres, y se observan las armas y tácticas utilizadas. Si bien existen varias copias posteriores, los originales se encuentran guardados en el Museo Imperial de Japón.

El tapiz de Bayeux

Una obra similar producida durante la conquista normanda de Inglaterra en el siglo XI es el tapiz de Bayeux, un enorme lienzo de lana bordado el cual relata la odisea de los normandos con el fin de conquistar Inglaterra.

Puedes leer más sobre el tapiz de Bayeux siguiendo este enlace.


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La legendaria katana perdida de Masamune.

Enlaces relacionados

Gracias a el trabajo del Museo Imperial de Japón y la universidad de Bowdoin hoy los rollos se encuentran restaurados y en linea. En éste sitio -una vez allí click en View Scrolls- se puede acceder no sólo a las versiones originales, sino que también a las copias posteriores.