Robinson Crusoe
La historia de Alexander Selkirk es tan estremecedora como apasionante. Y no es para menos, ya que la misma, según se estima, inspiró al escritor Daniel Defoe para escribir su obra maestra y clásico de la literatura universal Robinson Crusoe.
Robinson Crusoe es quizás el libró más famoso de todos los tiempos sobre náufragos y personas debiendo enfrentarse a la naturaleza para poder sobrevivir. No obstante, la historia de Selkirk y otros náufragos históricos como Chunosuke Matsuyama, famoso por su desesperado mensaje en una botella que llegó a su pueblo de la infancia 150 años más tarde, superan en gran media a la ficción.
Alexander Selkirk, el corsario
Nacido en una familia trabajadora de finales del siglo XVII en Escocia, y tras haber vivido una adolescencia marcada por sus problemas contra la autoridad, Selkirk vería su futuro en la mar, no precisamente como mercader sino como bucanero.
Su destino fue sellado en 1703, cuando, en plena Guerra de Sucesión Española, Inglaterra comenzara a contratar gran cantidad de corsarios con el fin de dañar las líneas de suministro y comercio enemigas. Selkirk conseguiría el puesto de Sailing Master -una especie de timonel con posibilidad de dar ordenes- bajo el mando de Brian Pickering en el galeón Cinque Ports, uno de los navíos que formaban parte de la expedición liderada por el St. George, capitaneado por el corsario William Dampier.
Así, a finales de año, parten con la intención de atacar galeones españoles con rumbo a la ciudad de Buenos Aires, expedición que fallaría y, tras haberlo discutirlo fuertemente, los corsarios cambiarían de planes y se dirigirían al Mar del Sur, territorio en el cual la tripulación del Cinque Ports sufriría de escorbuto, pereciendo a causa de la misma 48 tripulantes entre los que se encontraba el capitán.
Pickering fue reemplazado por un inexperto joven de 21 años, Thomas Stardling. No obstante, este «percance» no les impide capturar varios navíos españoles tras rodear el Cabo de Hornos. Algo que, de manera esperable, no limitaría las fricciones entre ambos capitanes y vería a las naves separadas.
Una región del mundo y dos clásicos de la literatura: Selkirk sirvió principalmente como corsario cercano a las costas de Chile, donde atacaba galeones españoles para la corona Inglesa (El Reino Unido no se formaría sino hasta el año 1706). Fue en estas cosas, casi un siglo más tarde, donde un enorme e indomable cachalote blanco llamado Mocha Dick inspiró otro gran clásico de la literatura universal: Moby Dick. Puedes leer más al respecto en el siguiente artículo: Mocha Dick, el cachalote que inspiró a Moby Dick de Herman Melville
Tras llegar al archipiélago Juan Fernández, con el fin de cazar animales y conseguir agua fresca, Selkirk comenzaría a protestar sobre la condición de la nave -algo en lo que estaba cierto, ya que la misma se hundiría al poco tiempo,- y sus intentos por intentar convencer a sus camaradas de desertar y esperar al próximo navío serían interpretados como un amotinamiento.
Selkirk sería abandonado a su suerte en el archipiélago, dejándolo solo con un mosquete, algo de pólvora, una Biblia, un cuchillo y algunas herramientas. De nada valieron sus gritos por clemencia mientras el bote se alejaba, su destino, de ahora en más, sería sobrevivir durante 4 años y 4 meses en un archipiélago inexplorado y solitario del pacífico.
El naufragio de Alexander Selkirk
Los primeros meses de soledad vieron a un Selkirk temeroso, quien de hecho, no se movía de la costa, temiendo que la isla estuviese poblada por bestias y, si así lo hacía, perder una oportunidad de rescate. Comiendo solo mariscos y otros frutos del mar a su alcance, la soledad prontamente comenzaría a atacarlo emocionalmente. Razón por la cual la temporada de apareamiento de lobos marinos le serviría como excusa para resignarse y comenzar a explorar la isla.
Con gran esfuerzo, construiría dos chozas a partir de madera de pimiento, y utilizando su mosquete lograría cazar varios animales pequeños, cuya carne y pieles le otorgaban tanto comida como refugio. Su desenvolvimiento era tal, que cuando por las noches comenzó a ser atacado por ratas salvajes, nuestro laborioso naufrago prontamente consiguió domesticar varios gatos salvajes, a los cuales alimentaba a cambio de protección y compañía.
Cuando su pólvora se agotó, debió comenzar a emboscar y correr a sus presas, algo peligroso, como demostró el día que tropezó por un barranco y cayó varios metros, quedando inconsciente por varias horas. Para su fortuna, la cabra a la cual perseguía le había amortiguado la caída, ya que Selkirk había caído encima de esta.
Así, a medida que pasaban los años, fue improvisando su propia ropa, la cual cosía con un clavo afilado, e incluso, sus armas y herramientas, llegando a reemplazar su cuchillo a partir de uno hecho por el mismo con las partes metálicas de un barril que encontró en la costa.
Sin embargo, la soledad calaba profundo en su mente, por lo que Selkirk hablaba constantemente consigo mismo y rutinariamente leía la Biblia en voz alta para no olvidarse de como hablar. Su miedo, era el de ser encontrado y ser confundido con un hombre salvaje. Para desgracia, las únicas dos naves que habían llegado a la isla durante los cuatro años, eran españolas, y Selkirk temía ser ejecutado al ser considerado como un enemigo de guerra.
Rescate y destino trágico
Su fortuna se vio favorecida en febrero de 1709, cuando el navío corsario Duke, al mando del capitán Woodes Rogers, arribara a la isla. Rogers ganó gran estima por Selkirk, y anotó en su diario la destreza que el mismo poseía para cazar cabras salvajes, uno de sus mayores sustentos alimenticios durante su larga estadía en esta lejana y desolada tierra perdida en el pacífico sur.
Agradecido por la cantidad de suministros que consiguió para su tripulación, además de rescatarlo le daría el puesto de oficial en una de sus naves, en la cual pasaría varios años recorriendo el mundo. Hasta 1717, donde volvería a su Escocia natal.
Al cabo de un tiempo se casaría con una viuda, pero su vida estaba en la mar, lugar en el cual muere de fiebre amarilla el 13 de Diciembre de 1721, mientras servía como teniente del navío de la Marina Real HMS Weymouth. Un trágico destino compartido por muchos de sus camaradas en altamar.
Los grandes aventureros del pasado
Ciertamente Selkirk fue uno de los tantos aventureros de los siglos pasados. Uno de muchos en un tiempo donde los viajes transcontinentales duraban meses y las comunicaciones mediante cartas aun más. Pueden continuar leyendo sobre el que fue quizás uno de los más grandes aventureros en la historia, el capitán Richard Burton, un hombre que hablaba 29 años y, tras disfrazarse de peregrino y aprender a hablar árabe a la perfección, se convirtió en el primer occidental en llegar a la Meca.
Puedes también leer sobre George Mallory y Andrew Irvine los dos hombres que se cree fueron los primeros en llegar a la cima del Monte Everest, la montaña más alta del planeta tierra. Debido a que ambos perecieron durante su odisea, es aun un misterio si lo consiguieron, aunque todas las evidencias que se hallaron parecen apoyar esta teoría.