
La descabellada moda victoriana de «desenrollar momias egipcias»
Durante la época victoriana una moda descabellada cautivó a la aristocracia británica: reunirse para desenrollar momias egipcias saqueadas de sus tumbas.
Revista y recopilación de artículos relacionados a los embaucadores, timadores y estafadores que actuaron a lo largo y ancho del mundo cometiendo sus fechorías.
Durante la época victoriana una moda descabellada cautivó a la aristocracia británica: reunirse para desenrollar momias egipcias saqueadas de sus tumbas.
William "Crocky" Crockford fue un as de las cartas del siglo XVIII nacido en la miseria que estafo a la aristocracia y nobleza londinense con sus trucos.
Un traidor en el Imperio Austro-húngaro espiando para Rusia llamado Alfred Redl traicionó a su país de tal manera que causó la muerte de 500 mil soldados
En el siglo XVII un tribunal de brujas puso a juicio a un hombre con una mente rápida quien logró salvarse del mismo con un juego de lógica paralela.
Theodore Roosevelt, el XXV presidente de los Estados Unidos entre los años 1901 a 1909 tenía una afición sangrienta: matar a decenas de animales exóticos.
El mesías eléctrico fue el culto religioso más extraño en la Historia. Un culto a un dios mecanismo del siglo XIX creado por John Murray Spear.
En el siglo XIX cuando los estafadores abundaban por los Estados Unidos, Charles Mallory Hatfield, el "hacedor de lluvias" tuvo la mala suerte de tener buena suerte.
A principios del siglo XX un bromista logró convencer a la élite intelectual de París de los talentos de un burro llamado Lolo capaz de pintar y escribir.
PT Barnum fue uno de los mayores estafadores y mentirosos de la historia. Con su circo ambulante vendió todo tipo de engaños como ciertos.
Giuseppe Balsamo, alias Alessandro di Cagliostro, fue un estafador del siglo XVII quien aseguraba tener un tratamiento para la inmortalidad.
En el siglo XVIII una mujer inglesa con talento para la actuación logró convencer a sus médicos de haber parido conejos.
Wilhelm Voigt fue un estafador tan legendario que, a pesar de sus crímenes y robos, el gobierno de su país decidió dedicarle una estatua.
Victor Lustig fue un embaucador famoso por ser el hombre que vendió la torre Eiffel, sorprendentemente no una sino dos veces.