La caída de la Unión Soviética y su programa espacial
Una de las características más llamativas del colapso de la Unión Soviética es la increíble cantidad de estructuras, materiales y vehículos que, en cuestión de unos pocos meses, quedaron completamente abandonadas o sin uso debido a la repentina manera en la cual colapsó dicho poder. En el pasado ya habíamos hablado sobre cómo el cosmonauta Sergei Krikalev, quedó varado en la estación espacial MIR. Debiendo pasar varios meses más de lo planeado en órbita, ya que, debido a la caótica situación en tierra con los controles de misión en Rusia, las fábricas de motores para cohetes en Ucrania y el cosmódromo en Kazajistán, las autoridades no podían organizarse para mandar una misión de rescate.
Quizás uno de los sectores de la Unión Soviética que más sufrió las consecuencias del colapso fue la industria aeroespacial, con infinidad de proyectos y misiones abandonadas de un día para otro sin previo aviso. Son ya famosas las fotografías del transbordador Buran en completo abandono. Un transbordador espacial que en teoría iba a ser mucho más avanzado que el estadounidense, con la opción de ir al espacio y volver a tierra sin necesariamente tener que llevar una tripulación humana y que, sin embargo, quedó abandonado a los elementos en un gigantesco hangar derruido sólo para ser descubierto por un grupo de exploradores urbanos décadas más tarde.
Así y todo, a pesar de los contratiempos y problemas, el programa espacial soviético siguió dando sus frutos durante décadas tras el colapso. Por ejemplo, Rusia transportó astronautas estadounidenses a la Estación Espacial Internacional durante casi 10 años luego de que los Estados Unidos pierdan su capacidad de poner seres humanos en órbita tras retirar el transbordador espacial, y fue además un participante fundamental en su construcción.
Así mismo, los cohetes Atlas V son desde hace varios años impulsados por motores de cohete RD-180. Diseñados y fabricados por la emblemática Energomash a partir de los motores RD-170 con los cuales la Unión Soviética planeaba impulsar el colosal cohete Energia.
El cementerio de cápsulas espaciales
Nada refleja de mejor manera todo lo anteriormente mencionado que los cementerios de maquinarias soviéticas. Como por ejemplo depósito de trenes caídos en el olvido de Shumkovo, o el singular cementerio de cápsulas y naves espaciales del cual hablaremos a continuación.
Uno de los hallazgos más interesantes dentro del depósito son las cápsulas autografiadas, como por ejemplo esta cápsula de una nave Soyuz TM-32 que aún mantiene visibles los autógrafos de los cosmonautas y astronautas que retornaron a la tierra en ella: Victor Afanasyev, Claudie Haigneré y Konstantin Kozeev quienes visitaron la Estación Espacial Internacional en el año 2001.
El mismo se trata de un hangar hallado por un explorador urbano, cuyo apodo es saoirse-2010, y quien sin saberlo en el año 2011 se topó con un depósito de cápsulas espaciales recuperadas luego de distintas misiones exitosas. Algunas de principios de la década del 2000, otras remontándose a los años de la Unión Soviética.
Si bien las cápsulas ya fueron utilizadas en sus respectivas misiones y no tienen otro uso, las mismas son piezas de museo y una parte integral de la historia espacial las cuales hoy permanecen en completo abandono.
Detalle de un panel de conexión para distintos equipos de diagnóstico.
Un negocio lucrativo
Alejado de prácticamente cualquier vestigio de civilización se halla el cosmodromo de Baikonur. Centro de lanzamientos desde el cual la Unión Soviética y luego Rusia lanzaron la mayoría de sus naves al espacio. Hoy en día lanzando mayoritariamente cohetes Soyuz.
Los cohetes Soyuz son naves del tipo multi-etapa. Es decir, a medida que estos van subiendo, se van descartando distintas partes al agotar estas su combustible. Una de estas etapas, más precisamente los impulsores de la primera etapa, caen por lo general a tierra en Asia central, más precisamente en el área del macizo de Altái.
Desguazar los restos de estos impulsores y partes de cohete se ha vuelto todo un negocio lucrativo para los habitantes de la región, quienes esperan los lanzamientos atentamente para poder rastrear de manera visual los cohetes y ver donde caen los restos.