Si bien la Unión Soviética reciclaba la gran mayoría del material ferroviario dado de baja, en la estación de Shumkovo, conectada al ferrocarril Transiberiano, se depositaron cientos de locomotoras y miles carros de tren dados de baja pero en relativo buen estado. Los cuales, si no había otra opción, servirían como trenes de emergencia en caso de una guerra a largo plazo. Tras caer el coloso soviético los mismos quedaron oxidándose en el olvido. En el presente es solo el trabajo de voluntarios, en su mayoría trabajadores ferroviarios jubilados, como Grigoriy Gordeyev lo que permite preservar de la destrucción algunas de estas máquinas.
Las interminables vías de Rusia
Rusia con sus 17.098.242 kilómetros cuadrados de área es el país más grande del mundo. De forma alargada de este a oeste, atravesar dicho país es todo un reto. No solo debido a que su extensión geográfica es gigantesca, sino porque Rusia se encuentra repleta de accidentes geográficos y algunos de los climas más extremos del mundo. Razón por la cual los trenes fueron vistos desde el momento de su invención como la solución a gran parte de los problemas industriales y económicos de dicho país.
Esto es evidente cuando vemos como incluso los zares, que mantenían a la población rusa empobrecida y a la sociedad en un estado de atraso tecnológico y social constante, así y todo invirtieron enormes fortunas en desarrollar las vías férreas del gigante euroasiático. Fue el zar Alejandro III quien personalmente ordenó y supervisó la construcción del que es, tal vez, el ferrocarril más emblemático del mundo, el ferrocarril Transiberiano. No obstante, Alejandro III murió en 1904 a los tres años de haber comenzado el proyecto. El mismo debió ser continuado y terminado por su hijo, Nicolás II, el último de los zares.
Esta expansión de vías de ferrocarril llevó a que gran cantidad de asentamientos y pueblos fabriles sean fundados en el este de Rusia, trayendo consigo una prosperidad nunca antes visto a regiones como Siberia, algo que puede observar en las hermosas casas de madera tallada que comenzaron a popularizarse en la región.
Con la llegada del comunismo, las lineas de ferrocarril se vieron ampliadas y modernizadas en gran medida, al punto de convertirse en las lineas más extensas y transitadas del mundo. Esto, sin saberlo, salvaría a la Unión Soviética durante la Segunda guerra mundial, ya que fue el sistema de ferrocarriles lo que permitió a las autoridades de dicho poder prácticamente mover el grueso de su industria lejos de los campos de batalla y mudar los parques industriales al centro y al este del país. Utilizando las lineas de ferrocarril luego para enviar constantemente material bélico y hombres a los frentes de batalla en el oeste y sudoeste (fue justamente en el Magnitogorsk, en el centro de Rusia lejos de los bombardeos alemanes, donde se fabricaron en masa los emblemáticos tanques T-34).
La Unión Soviética continuó ampliando las lineas de ferrocarril tras la Segunda guerra, al momento de la caída de la Unión Soviética el sistema ferroviario se había ampliado unas 55 veces de su tamaño original (en comparación a la Rusia Imperial de los zares). Según el almanaque de datos del mundo de la CIA, el mismo poseía una impresionante extensión de 147.400 kilómetros de vías en funcionamiento sin contar las vías puramente industriales de las cuales casi 60.000 kilómetros estaban electrificados.
El depósito estratégico de Shumkovo
De todas estas vías, no obstante, las más impresionantes son las vías del ferrocarril Transiberiano. Una red interconectada de vías que atraviesa Rusia de oeste a este desde Moscú hasta Vladivostok terminando en las costas del mar de Japón y con una extensión de 9.289 kilómetros. Sin embargo, semejante sistema de vías, obviamente, requiere de interminables e incontables formaciones de trenes. Trenes que, ya sea por averías difíciles de reparar o simplemente por el fin de su vida útil deben reciclarse o apilarse en depósitos. La mayoría de los trenes dados de baja terminaban siendo reciclados en fundiciones, pero cientos de trenes eran abandonados en estaciones como Shumkovo y varias otras a lo largo del recorrido tenían un propósito estratégico a largo plazo.
De todos los cementerios de trenes Shumkovo, en la región de Perm, fue una de los más llamativos, ya que en el año 1967 los líderes soviéticos decidieron que el mismo recibiría trenes dados de baja, pero relativamente buenas condiciones, en caso de que una emergencia haga su uso necesario. El cementerio de trenes recibió gran cantidad de trenes desde Kungur y otros centros ferroviarios soviéticos, y para depositar los trenes se construyeron cientos de kilómetros de vías alternativas al costado de las vías principales para estacionarlos durante años o décadas. Esto lleva a que los mismos den la apariencia de haber sido «abandonados sobre las vías».
Durante varias décadas estos trenes fueron cubiertos con capas protectoras por personal ferroviario especialmente encargado de resguardar los trenes, así como también equipos de cientos de mecánicos quienes revisaban sus partes de manera regular e incluso iban modernizando los trenes más antiguos con tecnología moderna. No obstante, con la caída de la Unión Soviética los mismos quedaron completamente a la deriva, y si bien decenas de trenes y locomotoras fueron vendidos a coleccionistas y museos de todo el mundo, cientos de trenes y locomotoras hoy en día permanecen Shumkovo, siendo lenta e incansablemente devorados y carcomidos por los elementos.
Si bien el paisaje es desolador, personas tales como Grigoriy Gordeyev y su equipo de voluntarios trabajan incansablemente para intentar mantener en la mejor condición posible los trenes en buen estado. Gordeyev y un equipo de han incluso logrado restaurar varias de las máquinas.
Dicho todo lo anterior, puede llegar a darnos la impresión de que la Unión Soviética simplemente malgastaba toneladas de hierro y acero sin reciclarlas. Sin embargo, esto no era sí. La Unión Soviética reciclaba la gran mayoría de los trenes dados de baja. No obstante, era tan numerosa la cantidad de trenes que circulaban por las vías soviéticas que fue imposible dejar trenes sin reciclar por lo que varias formaciones quedaron en buen estado quedaron en Shumkovo y al menos otra decena de depósitos estratégicos.