La Mary Celeste
Una de mis historias de mar preferidas es, sin lugar a dudas, el misterio de la Mary Celeste, uno de los más legendarios barcos fantasma en la historia marítima. No solo por lo extraño del suceso en sí, sino porque del mismo se han desprendido infinidad de relatos folclóricos, mitos y leyendas.
La Mary Celeste era una embarcación de 282 toneladas que, tras haberse hecho fama de estar maldita, fue vendida al mercader neoyorquino James H. Winchester por 11 mil dólares en 1869, a quien no debemos confundir con el inventor de los rifles Winchester, cuya viuda enloqueció construyendo una de las mansiones más extrañas del planeta.
Bajo el mando del prestigioso capitán Benjamin Briggs, empleado de Winchester, la Mary Celeste partió el 5 de noviembre de 1872 desde la isla Staten en New York con rumbo a Italia. En sus entrañas cargaba un preciado cargamento de barriles de alcohol industrial, 4 veces más valioso que el navío en sí. La tripulación, además del capitán, estaba compuesta por siete experimentados hombres de mar y dos pasajeras. Sarah, la esposa del capitán y Sophia Matilda, su pequeña hija de 2 años, ya que pasarían un tiempo en familia por Italia.
La imagen anterior muestra una embarcación mercante a vela similar a la Mary Celeste, el más misterioso de todos los barcos fantasmas en la historia marítima.
El gran misterio
Es aquí donde comienza uno de los misterios más apasionantes de la historia marítima. El 5 de diciembre, aproximadamente a unas 370 millas de costas portuguesas, el timonel de un navío mercante de origen británico, llamado Dei Gratia, avistaría a la Mary Celeste. Tras años como marino inmediatamente notaría algo fuera de lo común, a pesar que la embarcación avistada se encontraba viajando con sus velas extendidas.
Hundimientos históricos: la historia naval está repleta de hechos fascinantes, en especial las tragedias marítimas, muchas de las cuales, como toda tragedia a gran escala, quedaron grabadas en las páginas de la Historia. Un ejemplo de estos hundimientos famosos fue el de la Vasa, un navío de guerra sueco del siglo XVII que se hundió en su viaje natural y que, gracias a hundirse, quedo perfectamente preservado gracias al lodo del lecho marino.
Tras discutirlo con otros oficiales, alertarían al capitán de la nave, David Morehouse. Morehouse se sorprendería y preocuparía en gran medida, ya que Briggs -su fotografía hacia a la derecha- era su amigo, y sabía que para esas fechas la Mary Celeste ya debería haber arribado a Italia.
Inmediatamente ordenaría a su tripulación a acercar la nave con cautela, y así lo harían hasta posicionarse a unos 400 metros de la otra embarcación, lugar desde el cual pasarían dos horas observando e intentando comunicarse con la tripulación de la Mary Celeste. No obstante, y a pesar que la nave no presentaba ningún signo de haber sido atacada o dañada la misma parecía estar vacía. Razón suficiente como para enviar un pequeño contingente a abordar la nave y ver así qué es lo que había ocurrido con la tripulación.
Tras horas de espera el contingente retornaría al Dei Gratia, reportando no haber encontrado ningún ser humano en la nave, y su valioso cargamento, salvo por nueve barriles, permaneciendo intacto. Más curioso aún era que a pesar que el único bote salvavidas de la nave no estaba presente, la ropa contra la lluvia y las provisiones de comida, así como también el agua fresca, aún se encontraban en los almacenes de la embarcación.
Entre otros objetos hallados estaban las posesiones personales de la tripulación entera, joyas, la ropa de la niña, la bitácora del capitán, e incluso, las hojas de afeitar de los marinos aun encremadas -Arthur Conan Doyle luego exageraría esto diciendo que también hallaron platos con la comida de los tripulantes aun caliente-.
El por qué de la desaparición de la tripulación sería y sigue siendo un gran misterio. En el exterior de la nave no existía señal alguna de haber sido atacada o de haber pasado por un temporal, y en el interior de la misma no había señales de violencia y tanto la carga como las posesiones personales de la tripulación se hallaban intactas, por lo que no pudo haber sido un acto de piratería o un motín.
Así mismo, la bitácora no contenía registro alguno de mal tiempo. Siendo la última entrada realizada el 25 de noviembre a 160 kilómetros de la Azores. Tras debatirlo, la nave sería llevada por la tripulación del Dei Gratia hasta el Estrecho de Gibraltar, donde una corte Británica en conjunto con el cónsul estadounidense en Gibraltar, Horatio J. Sprague, se encargaron de investigar lo ocurrido.
La investigación duró un tiempo considerable, y si bien en un primer instante creyeron haber encontrado una espada ensangrentada, prontamente descubrieron que simplemente se trataba de óxido en la hoja. A pesar de los esfuerzos realizados para intentar resolver el caso los investigadores no pudieron llegar a ninguna conclusión plausible sobre lo ocurrido ese fatídico día.
El destino de la tripulación permanece en el misterio incluso hasta el día de hoy.
El destino de la nave
La Mary Celeste fue vendida y utilizada durante 12 años más para transportar todo tipo de objetos y cargamentos comerciales. Su destino final fue el Caribe, donde un mercader venido a menos de nombre G.C. Parker la cargó con cargamento basura, pasado previamente ante la aseguradora como cargamento valioso, y la hundió al hacerla colisionar con un arrecife.
Sin embargo, la maldición de la Mary Celeste caería sobre Parker, y la nave se negaría a hundirse. Incluso, tras que este la prendiese fuego. Parker sería descubierto y enviado a juicio, aunque moriría a causa de una enfermedad desconocida antes de poder llegar al estrado. La nave sería dejada a la deriva en el Caribe, permaneciendo, hasta el día de hoy, junto al Holandés errante -navío al que le dedicaremos una entrada a futuro,- como otra de las naves fantasma que enriquecen el folclore marino.
Las naves mercantes de hoy: en el presente a pesar de todos los avances tecnológicos el trabajo de los navíos mercantes continúa siendo peligroso, sobre todo cuando los enormes cargueros deben enfrentarse a las inclementes tormentas oceánicas. Puedes ver el resultado de dichas tormentas siguiendo este enlace: El efecto de las tormentas sobre los barcos cargueros de contenedores
¿Qué es lo que ocurrió?
Nadie lo sabe a ciencia cierta. Pero una de las teorías más fuertes indica que durante una pequeña tormenta, el capitán, temiendo que su carga explotase, ordenara a su tripulación a bajar el bote salvavidas, y acto seguido atarlo a la popa de la nave mediante una larga cuerda.
De esta manera, seguirían al barco desde el bote mientras eran remolcados. Pero algo imprevisto tendría lugar, y el bote se soltó, dejando a la deriva a la tripulación.