La trepanación es el procedimiento quirúrgico más antiguo que se conoce, remontándose a miles de años en el pasado. Tan normal era, según asegura el afamado investigador Richard Restak, que de un grupo de más de 120 cráneos hallados en Francia con una antigüedad de 8500 años, 40 mostraban señales de haber sido trepanados en vida.
De las investigaciones de este mismo experto obtenemos que en el Neolítico Tardío la práctica era tan común que de un 20 a un 25% de la población podía llegar a sufrirla.
Generalmente era utilizada con fines médicos, desde «curar» ataques de epilepsia hasta migrañas severas. Sin embargo, su uso más frecuente tenía fines místicos. Gracias al análisis de pinturas rupestres se sabe que la epilepsia era considerada una posesión por espíritus malignos de la persona, y la trepanación era la manera más lógica de sacarlos del cuerpo.
Algo curioso es que técnicas y prácticas de trepanación pueden ser encontradas en prácticamente todas las culturas del mundo y en casi todos los períodos históricos de la humanidad.
La trepanación en Grecia, Roma y la Edad Media
Desde los Tiempos Clásicos hasta el Renacimiento la trepanación se convirtió en una práctica respetable realizada por los más experimentados médicos y, a diferencia del mito popular, el nivel de supervivencia era realmente elevado. Si bien se seguía utilizando para «curar» la epilepsia y severos casos de migrañas, para este entonces pasó a ser utilizada en un 90% de los casos con el fin de solucionar el gran problema que las fracturas de cráneo suponían.
Hipócrates menciona en sus escritos que normalmente se abría «el forro de la cabeza» y se procedía a retirar los fragmentos de hueso dispersos; posteriormente se utilizaba un taladro circular -una herramienta cortante que realiza un círculo con facilidad- y se ponía un chapón de oro o plata -dependiendo de la riqueza de la persona- del mismo tamaño del agujero dejado por el taladro circular.
Ya que solo se llegaba hasta la Dura Madre, y eran practicadas por los médicos más experimentados y ancianos del lugar, generalmente se lograba sobrevivir. George Weber, un experto en el tema e investigador de procedimientos quirúrgicos en la antigüedad, afirma que el nivel de supervivencia a estas intervenciones variaba del 80% al 90% -en estándares actuales es poco, pero en estos tiempos era extremadamente alto- y que generalmente si se producía la muerte no era a causa de la intervención sino de una infección posoperatoria.
Otra de las posibles causas de muerte solía ser un fallo cardíaco, ya que al carecer de anestesia al paciente generalmente se lo emborrachaba hasta el desmayo, sin embargo algunas veces esto fallaba.
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