Los médicos que lograron trasplantar cabezas de perros y monos

En 1952 Vladimir Demikhov removió la cabeza de un perro y la implantó en el cuerpo de otro perro, obteniendo así un perro con dos cabezas.

Transplantes de cabeza

La novela “Frankenstein o el moderno Prometeo” es, sin duda, la obra maestra de la autora Mary Shelley. No importa si se ha leído el libro o se han visto las innumerables adaptaciones al cine y la T.V., prácticamente todas las personas que conocen la historia de este singular monstruo la consideran un trabajo de ficción. No obstante, el doctor Robert L. White y el doctor Vladimir Demikhov fueron dos doctores que han pasado a la historia por sus técnicas poco ortodoxas en el quirófano, ya estos médicos se especializaron en el estudio experimental de trasplantes de cabezas, ganándose a pulso el calificativo de ser “Los verdaderos doctores Frankenstein”.

Los perros del doctor Demikhov

El doctor Demikhov (1915-1998) fue uno de los pioneros soviéticos de la cirugía moderna, comenzando sus experimentos en animales a mediados de la década de 1940 (en 1946 Demikhov reemplazó los aparatos circulatorio y respiratorio de un perro sin usar máquina alguna soporte vital) llegando a su clímax en 1952, al lograr exitosamente trasplantar un corazón a un perro (adelantándose varios años al trasplante del doctor Barnard), con esto, se afirmó que la operación era “el mayor éxito médico soviético”.

Sin embargo, su experimento más notorio fue el trasplante de cabeza que realizó en 1953, Demikhov, por increíble que parezca, logró insertar la cabeza de un cachorro al cuerpo de un mastín adulto, los médicos observaron como el perro “anfitrión” sufría un rejuvenecimiento tras la operación, incluso, se llegó a observar a ambos perros salivar y tener sed al mismo tiempo, el animal murió varios días después de la operación.

Este es un claro ejemplo de como en pos del progreso muchas veces se avasalla la vida y los derechos del animal, ya que estos estudios no solo hicieron sufrir a dos perros, sino que además terminaron con sus vidas de una manera tortuosa durante varios días de agonía.

Imagen de los perros tras la cirugía.
El doctor Demikhov removió el aparato circulatorio y respiratorio de un perro e implantó su cabeza en otro perro, obteniendo así un perro de dos cabezas. Este fue uno de los experimentos más extremos de la medicina soviética de mediados del siglo XX.

Robert J. White

El doctor Rober J. White encontró su vocación de médico en 1942, siendo todavía un estudiante en el colegio LaSalle de Minneapolis, durante una clase de anatomía, el profesor puso a prueba a sus alumnos, pidiéndoles que diseccionaran el cráneo de una rana para exponer su cerebro, con la condición de no dañar dicho órgano en lo más mínimo, la sorpresa del maestro fue al llegar a la mesa del joven White, pues había realizado un corte perfecto, sin haber dañado en lo más mínimo el cerebro del anfibio, incluso su profesor, incrédulo de lo que veía, le dijo “deberías ser un neurocirujano”.

En 1964, el doctor White realizó un experimento similar al Demikhov (de hecho, fue su inspiración), insertando la cabeza de un perro que había muerto recientemente al cuello de otro, de mayor tamaño, sin embargo, este perro solo vivió durante algunas horas

El 14 de marzo de 1970 el doctor White realizó su operación más osada, con ayuda del doctor Yoshiro Takaoka. Primero, seleccionó a dos monos (a los que catalogó como mono A y mono B), luego les corto la cabeza a ambos y sin tiempo que perder, logró trasplantar la cabeza del mono A al cuerpo del mono B y viceversa, sin embargo solo uno de los monos sobrevivió, el mono B con la cabeza del mono A logró parpadear, reaccionar a estímulos sonoros y alimentarse, sin embargo, al serle rota su columna vertebral (y no poderla unir a la de la cabeza del otro mono), el simio quedó cuadriplegico, aunque se le instaló en un arnés, solo pudo mover los músculos de su cara, el mono, vivió solo unos pocos días.

Mono con su cabeza trasplantada.
Mono con su cabeza trasplantada.

Sin embargo, el Doctor White declaró en una entrevista “El objetivo no era mantenerlo con vida, sino mostrar que es posible el procedimiento”.


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