La historia de los derechos de autor es muy reciente, y más aun si consideramos lo que en el presente se interpreta como derechos de autor. Es decir, según su definición formal de diccionario, el derecho de autor es la concesión legal que hace el Estado hacia un autor donde se reconoce su derecho a la explotación exclusiva de su obra por un período determinado de tiempo. Transcurrido dicho tiempo la obra pasa al dominio público.
Si bien existen ejemplos anteriores como las licencias de impresión del siglo XVI, las cuales no eran en si mismas derechos de autor sino un intento por controlar ideológicamente el material a imprimir, y los privilegios que la República de Venecia otorgó a autores como Sabellico, formalmente podemos decir que la historia de los derechos de autor comienza en las islas británicas con el denominado Estatuto de la Reina Ana en 1710. Un reglamento o ley donde se reconocían los derechos de autor a los autores de libros y los derechos de copia. Posteriormente se fueron incluyendo otras piezas de información e incluso elementos culturales como las fotografías, las obras de teatro, las piezas musicales, las enciclopedias, los mapas y un largo et cetera.
En el presente es difícil encontrar algo que no esté protegido por los derechos de autor, y si bien en un principio los mismos eran válidos solamente en el país o la nación donde fueron gestionados, en el presente debido a varios convenios internacionales, leyes y tratados, como el Convenio de Berna, registrar una obra en prácticamente cualquier país significa contar con un cierto grado de protección a nivel internacional.
Pero esto no siempre fue así, y si bien a lo largo de la historia se fueron implementando distintos métodos para intentar resguardar los derechos de autor, como veremos a continuación, en el pasado defender los derechos de autor significaba defenderlos literalmente con la espada.
La batalla de Cúl Dreimhne
El Cathach es una de las piezas de literatura histórica más importantes para los irlandeses, ya que la misma es la obra escrita más antigua de Irlanda. Este manuscrito religioso, además de contener los Salmos del 30:10 al 105:13, contiene una serie de textos originales para cada salmo en el cual el autor intenta ofrecer al lector una interpretación inicial de los mismos con el fin de ayudar a este a comprender mejor el contexto de cada uno.
Su creación original se atribuye al monje y escriba cristiano San Columba. Quien, según dicen las dudosas historias sobre la creación del Cathach, realizó la obra a mediados del siglo VI en una sola noche utilizando un salterio prestado por otro monje, San Finnian. Un salterio es un libro de salmos, y Columba había utilizado dicho salterio para copiar los salmos que este había elegido para representar y explicar en su propia obra, agregando además su explicación e interpretación personal a cada uno.
Terminada la copia y con el pasado del tiempo, una gran controversia tuvo lugar entre los monjes. Por un lado el libro fue copiado en gran parte y a su vez contenía textos originales por Columba. Por otro lado San Finnian prestó el salterio original a Columba. Intentando que el rey Diarmait Mac Cerbhaill ejerza como mediador, ambos monjes se presentaron ante este. No obstante, la respuesta del rey «A cada vaca le pertenece su cría; por lo tanto, a cada libro le pertenece su copia.» no fue del agrado de Columba, quien no aceptó el veredicto del monarca.
Decidido a buscar apoyo entre los detractores de Mac Cerbhaill, Columba se dirige entonces al líder del poderoso y desafiante clan Uí Néill, quienes, utilizando como excusa un interés en proteger el honor del monje, aceptan la petición que este les hace y se levantan en armas contra el rey. El bando del clan Uí Néill estaba liderado por los hijos del jefe del clan, Muircheartach Mac Erc. Estos eran Forggus y Domnall, mientras que el bando real estaba liderado por el mismo rey quien se encargó de elegir y comandar las tropas contra los insurrectos Uí Néill.
Hoy en día se sabe muy poco de la batalla, se estima que tuvo lugar entre los años 560 y 561, y el resultado fue catastrófico para las tropas reales, las cuales sufrieron más de 3000 bajas. Columba, victorioso a través de las armas, abandona Irlanda al poco tiempo de la batalla para dirigirse hacia Escocia donde funda la abadía de Iona. Según la piedra angular de Iona, Columba funda la abadía con la intención de «ganar tantas almas como las que fueron perdidas en la batalla».
El Cathach
El Cathach es un libro de ornamentos simples, generalmente limitados a la primera letra de cada salmo. Es prácticamente imposible que el mismo haya sido creado en una sola noche como establece la leyenda original, ya que la versión completa del manuscrito tenía 110 folios de 270mm por 190mm cada uno. El manuscrito original, así mismo, sufrió daños a lo largo de los años, por lo que hoy se cuenta con una versión incompleta.
Con el pasar del tiempo esta obra se convirtió en una de las reliquias del clan O’Donnell, cuyos líderes encomendaron el contenedor de metales y piedras preciosas que ha llegado a nuestros días. Un detalle muy curioso es que estudios recientes han puesto en duda que la autoría pueda atribuirse completamente a San Columba,