Los jerbos pigmeos de Egipto son ciertamente una de las maravillas más espectaculares de la naturaleza. Su apariencia, increíble: una especie de híbrido entre un ratón, un canguro y una liebre, dignos del sueño más alocado de un animador de Pixar. Del género Dipus, estos pequeños roedores desérticos pueden encontrarse en el norte de África y zonas adyacentes, llegando incluso hasta Irán.
Ciertamente, su alocada apariencia es el producto de miles de años de evolución en un territorio desértico e inhóspito. Sus largas patas le permiten transportarse por medio de saltos, limitando el contacto con la ardiente superficie, mientras que sus grandes orejas le brindan un maravilloso medio para radiar el calor corporal.
Por supuesto que dichas características varían dependiendo de la sub-especie, por ejemplo, encontramos algunos con orejas largas como su mismo cuerpo y otros con orejas más pequeñas pero de pelaje más fino. Si bien sus orejas son pequeñas, comparadas a otros roedores pequeños claro está, estos cómicos roedores tienen una gran capacidad auditiva, siendo capaces de escuchar a un predador acercarse a grandes distancias.
Pudiendo escuchar incluso pisadas sigilosas en la arena o el reptar de las serpientes, sus principales predadores en la naturaleza. Otro de sus grandes enemigos son los zorros del desierto, los cuales, evolución mediante, se han vuelto expertos cavadores desenterrando a los jerbos de sus intrincados laberintos subterráneos en la arena.
Entre sus habilidades naturaleza está la de dar saltos enormes, desplazarse a gran velocidad dando saltos y la más particular es su habilidad innata para cavar madrigueras a gran velocidad, llegando a cavar redes de túneles enteras en un día y así defenderse de los tantos predadores que los asechan a lo largo y ancho del desierto tunecino, donde se los encuentra con mayor frecuencia en la naturaleza.