Al aparecer los primeros chalecos antibalas la gente creyó que se trataba de un truco. Para demostrar que eran reales, se utilizaron personas como prueba.
El interior de los submarinos de la primera guerra era realmente una maraña de controles, cables, válvulas y palancas a causa de la limitada la tecnología de la época.
Intentando subirse a la fama de Charles Chaplin un director de cine inescrupuloso contrató al mejor imitador de Chaplin, y así hizo una película con un Charles Chaplin completamente falso.
Entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX se puso de moda entre los ejércitos del mundo realizar figuras humanas para demostrar su disciplina.