Las máquinas y motores impulsados por perros de la época victoriana

Durante todo el siglo XIX se utilizaron perros criados para impulsar todo tipo de maquinarias. Desde mecanismos para la cocina hasta máquinas de coser.

En su obra maestra El Origen de las Especies, el científico y naturalista revolucionario Charles Darwin menciona como algo natural y cotidiano la existencia de turnspit dogs (perros de pinchos giratorios) refiriéndose a cómo los seres humanos fueron adaptando distintas especies de animales a sus necesidades mediante la selección artificial.

Rueda para perros de espetos o turnspit dogs.
Generalmente la rueda se ubicaba a cierta altura.

Al lector moderno la frase perros de pinchos giratorios le es algo completamente desconocido. No obstante, al lector victoriano esto le resultaba algo completamente familiar. Darwin se refería al pequeño labrador, también popularmente conocido como perro cocinero, una raza inglesa de perros criada pura y exclusivamente para caminar, a veces durante horas, dentro de una rueda y así impulsar distintos tipos de mecanismos.

Si bien, como su nombre lo indica, en un principio se utilizaban para hacer girar los pinchos en la cocina, con el tiempo, y sobre todo en la época victoriana, los mismos fueron utilizados para impulsar todo tipo de maquinarias y mecanismos. Fue muy populares en la industria textil, donde se los utilizaba para impulsar varios modelos de máquinas de coser.

Si bien en un principio los mismos se introducían dentro de una rueda, muy similar a la que hoy se utiliza para entretener a roedores domésticos, con el tiempo el mecanismo fue evolucionando hasta convertirse en una cinta de correr.

Los perros desde los orígenes de su domesticación han acompañado a la humanidad en todo tipo de trabajos y tareas. No obstante, fue en el siglo XIX y hasta mediados del siglo XX donde sirvieron además como motores. No solo impulsando maquinarias y mecanismos, sino que además estos se convirtieron en animales de tiro en gran parte de los Países Bajos y Bélgica. En Anfrix ya hemos hablado de los hondekar, los perros de tiro que impulsaban todo tipo de carros en Holanda, sobre todo carros suministro de leche, en el siglo XIX y la primera mitad del siglo XX.

Fotografía de un perro impulsando un carro.
Los carros impulsados a perro a finales del siglo XIX y principios del siglo XX eran llamados hondekar (carro a perro) y se popularizaron por toda holanda y partes de Bélgica y Dinamarca.

Desafortunadamente con la llegada de los motores ya nadie vio la necesidad de seguir criando perros cocineros, y esta raza de pequeños e incansables trabajadores, a los cuales muchas veces se los hacía trabajar hasta la muerte, hoy se considera extinta.

Entre los vehículos impulsados por perros también se encontraba la cinoesfera, una invención francesa de finales del siglo XIX que utilizaba perros para mover sus ruedas. Esto, según su inventor, era más elegante que utilizar carruajes tirados por caballos los cuales al final del día terminaban llenando de excremento las calles de París.

Imagen de un aviso publicitario.
Aviso comercial publicitando una cinoesfera. Vemos que la misma se publicitaba como un producto elegante para la clase alta.

No obstante, y como mencionamos en el artículo anterior, la misma no tuvo mucho éxito, no solo por ser poco prácticas, sino que además durante su fase de pruebas causaron todo tipo de grotescos accidentes cuando las patas de los perros quedaban atrapadas entre los fierros en movimiento de las ruedas.

Fotografía de una cinoesfera.
Fotografía de la cinoesfera en uso. La misma utilizaba dos perros, cada uno impulsando una rueda distinta.