Wilhelm I, el rey que coleccionaba soldados altos: los Lange Kerls

Wilhelm I estaba obsesionado con los soldados altos, por lo que pasó años levantando un ejército donde el soldado más bajo tenía 2 metros.

Friedrich Wilhelm I

Tras asumir el mando de Prusia en 1711, Friedrich Wilhelm I prontamente puso en orden las finanzas de su nación y empeñó gran parte de su tiempo en mejorar las condiciones y economía de su pueblo, razón por la que inmediatamente ganó un gran apoyo entre las masas. Sin embargo, y quizás uno de los detalles más curiosos de este monarca, era su obsesión con los soldados altos. Soldados que, como muchos otros monarcas del pasado, coleccionaba como su propiedad.

Una obsesión con los soldados altos

Ilustración antigua del rey Wilhelm I
Friedrich Wilhelm I con sus Lange Kerls. Ilustración de la Casa de Hohenzollern.

Una de sus mayores preocupaciones fue darle a Prusia un ejército invencible, por lo que dotó a las fuerzas armadas de su país con armamento moderno y las hizo crecer en número; siendo uno de sus deseos que su hijo fuera un gran general lo hacía despertar al ruido de cañones y a la edad de 6 años le armó un ejército de niños a los que comandar.

Sin embargo, Friedrich tenía una obsesión: los soldados altos, soldados que, vistos entre otros hombres en formación sobresalieran en varias cabezas de altura sobre los mismos. Quizás a causa de que él mismo era casi un enano. Con este fin Friedrich envió a sus agentes a buscar «gigantes» por toda Europa, con órdenes de secuestrarlos si estos se negaban a enrolarse voluntariamente.

Incluso realizó uno de los primeros programas eugenistas en la Historia, un pensamiento retrógrada que un siglo después, impulsado por personas como Francis Galton, causó estragos en la humanidad. Con este fin el rey Wilhelm I pagó fuertes sumas de dinero a mujeres altas para que tengan hijos con hombres excesivamente altos; más llamativamente aún contrató varios médicos para investigar la manera de «estirar» artificialmente a sus soldados. Así rápidamente armó un ejército especial denominado «Los gigantes de Potsdam».

Irónicamente levantar este ejército le costó tanto esfuerzo que a la hora de la guerra se negaba a mandarlos al frente de batalla temiendo sufrir muchas pérdidas. Adoraba tanto a estos soldados que incluso pintaba retratos de cada uno, conocía sus nombres de memoria y cuando estaba deprimido los hacía marchar por su jardín para alegrarlo.

La cultura marcial prusiana: es ya legendaria la denominada cultura marcial prusiana, la cual si bien le dio a los alemanes ejércitos temibles, la misma fue a su vez responsable del carácter marcial de la nación alemana el cual llevó a algunas de las peores guerras del siglo XX. Terminada la Segunda Guerra Mundial e iniciada la ocupación de Alemania tanto las fuerzas occidentales como los soviéticos intentaron borrar este aspecto marcial de la cultura alemana, razón por la cual se dieron sucesos históricos como la singular prisión para estatuas de Spandau o la destrucción del castillo Königsberg.

En una oportunidad su soldado más alto, de unos 2,25 mts, muere a pesar de haber sido atendido por los médicos reales tras una fuerte fiebre. Friedrich, completamente desolado rompió en lágrimas y ordenó un luto nacional de una semana.

El obsesivo rey procuró gran atención en la confección de sus uniformes, llegando a vestir a estos como ridículos en el proceso, ya que adornaba sus ya exagerados cascos con largas plumas erectas. Su obsesión llegó a tal punto que a pesar de ser los soldados mejor pagos de su tiempo muchos se suicidaban o terminaban desertando con tal de no soportar la vida en el palacio.