En el siglo XVI la envidia de Rafael y Bramante llevó a que recomienden a Miguel Ángel para pintar el techo de la Capilla Sixtina esperando que éste falle.
En 1911, cuando las medidas de seguridad eran mucho menores a las actuales, un ladrón fue al Louvre, descolgó la Mona Lisa y se robó la famosa pintura.