Enrique VIII fue un rey inglés cuyo carácter cambió repentinamente, volviéndose despiadado. Hoy la ciencia cree que sufrió un accidente cerebral que alteró su comportamiento.
Si bien la ciencia renacentista era limitada, los doctores sabían que los tejidos se regeneraban. Gracias a esto crearon técnicas de cirugía plástica renacentista.