Reconstruyendo y probando el paracaídas de Leonardo da Vinci

El genio renacentista Leonardo da Vinci inventó varias máquinas voladoras. Entre ellas un ala delta y un asombroso paracaídas, hoy han sido reconstruidos.

En el año 1010, siglos antes que Leonardo da Vinci naciera, Eilmer de Malmesbury un monje obsesionado con la historia de Dédalo e Icaro, pasó estudiando durante años el vuelo de los pájaros. Convencido de que ya había logrado descifrar los secretos del vuelo (y de hecho lo hizo) construyó un ala rígida, como el mismo la llamo, se subió a la torre más alta de su región la cual casualmente era el campanario de su propio monasterio y en un acto temerario saltó al vacío desde la misma. Logrando de esta manera planear por casi más de unos 300 asombrosos metros y saliendo casi ileso, sólo se quebró una pierna. De ésta historia ya hemos hablado en detalle en éste artículo.

Vitral de Eilmer de Malmesbury.
Vitral de Eilmer de Malmesbury.

Incluso siglos antes de que Eilmer de Malmesbury se arrojara al vacío, sabemos a través de documentos de la época que Abbás Ibn Firnás, otro hombre interesado en la ciencia del vuelo y la dinámica de los pájaros, pero esta vez ubicado en Córdoba, España y en el año 875, es decir casi un siglo y medio antes que el intrépido monje, ideó el primer paracaídas funcional de la historia el cual también tenía elementos de parapente.

Tenía 65 años y tras confeccionar un armazón de madera recubierto en seda con un volumen interior para capturar aire se subió a una torre y se arrojó al vacío ante una multitud que él mismo había invitado. Firnás logró permanecer en el aire durante varios minutos, y si bien al tocar tierra se quebró las dos piernas, el intentó fue todo un éxito. El intrépido inventor siguió arrojándose en sus paracaídas/parapente hasta bien pasados los 70 años de edad.

Pero lo anterior no quita merito a Leonardo, el mayor genio renacentista, ya que es casi imposible que el florentino más famoso contara con información alguna sobre éstos dos hombres que intentaron imitar a los pájaros el pasado. Además, el trabajo de Leonardo, realizado principalmente durante su estadía en Milán, fue mucho más científico y se enfocó en el concepto de resistencia del aire y abarcó conceptos fundamentales de la dinámica de las alas de las aves y sus huesos huecos. Además Leonardo no se contentó con simplemente sobrevivir a la caída, el genio florentino y máximo exponente de la cultura y ciencia renacentista quería también controlar sus máquinas voladores, y el mayor trabajo fue justamente en diseñar los sistemas de control de vuelo los cuales utilizan el mismo concepto actual de cuerdas que, al ser empujadas, alteran la geometría del paracaídas.

En fin, Leonardo nunca pudo probar sus invenciones, pero gracias a valientes modernos que las construyen al pie de la letra y las prueban poniendo en riesgo su propia vida, vemos que sí, en efecto, muchas de las máquinas voladoras del renacentista más famoso funcionan. Más importante aun es que gracias a los meticulosos documentos que el florentino mantuvo durante su vida, contamos con planos para reconstruir dichas invenciones.

El planeador híbrido de Leonardo da Vinci

El planeador de da Vinci es un concepto muy interesante, ya que no es un planeador per se sino que se trata de un parapente con elementos de paracaídas (y en el video esto se puede ver perfectamente), y además posee una cola para poder controlar la dirección del vuelo. El mismo fue diseñado a partir del milano, un ave rapaz muy común en Italia.

En estas imágenes podemos ver a un grupo de hombres que diseño una réplica del mismo basados en las ilustraciones de Leonardo da Vinci.

Ilustración de da Vinci.
Ilustraciones originales del planeador híbrido de Leonardo da Vinci.

El paracaídas de Leonardo da Vinci

Construido y probado pro Olivier Vietti con la ayuda de Eric Viret y Eric Laforge ésta es una réplica exacta del paracaídas piramidal ideado por el florentino. Una prueba de bastante riesgo ya que los diseñadores del mismo buscaron ser fieles a la época de Leonardo y utilizaron materiales como disponibles en Florencia durante el siglo XVI.

La fase más peligrosa de la prueba no es el tramo de descenso de la caída en si, sino la abertura del paracaídas. Al estar construido con un armazón rígido, si por alguna razón el paracaidista hubiese llegado a desestabilizarse éste corría el riesgo de haber quedado enrollado entre las cuerdas, lo que le hubiese impedido liberar el paracaídas secundario y moderno que llevaba por seguridad.

Lo bueno de éstos dos hombres es que probaban ellos mismos sus invenciones, a diferencia de Jean Pierre Blanchard, quien utilizaba perros para probar sus diseños de paracaídas en el siglo XVIII.

Otro aventurero construyó su propio paracaídas de Leonardo da Vinci. Hemos hablado en profundidad sobre el tema en el siguiente artículo: Probando el paracaídas de da Vinci.

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