La increíble lucha de miles de abejas contra una avispa japonesa

En Japón las abejas evolucionaron una singular defensa para combatir a la gigantesca y peligrosa avispa japonesa: ahogarla en una bola viviente de abejas.

Mecanismos evolutivos

A lo largo de los millones de años de historia evolutiva en el planeta tierra los seres vivos han desarrollado todo tipo de sistemas defensa contra los sus predadores naturales. Desde el asombroso pulpo mimo, un pulpo que, para evitar ser detectado imita la forma y movimientos de peces peligrosos, hasta la mariposa más grande del mundo, la Attacus Atlas, una mariposa que ha evolucionado para imitar en sus alas la forma de dos serpientes y así ahuyentar a las aves predadoras. En esta oportunidad hablaremos sobre otro fascinante mecanismo defensivo, el sistema de defensa de las abejas melliferas de Japón contra la temible y enorme avispa japonesa.

Un mecanismo tan curioso como aterrador, ya que incluye el sacrificio de docenas y a veces hasta cientos de abejas con el fin de salvar a la colmena entera.

Una picadura extremadamente dolorosa: la avispa japonesa posee una de las picaduras más dolorosas del mundo, ocupando un alto lugar en la escala de Schmidt, el índice que mide el dolor sentido al ser picados por los distintos insectos del mundo. En esta escala, la hormiga bala del amazonas posee la picadura más dolorosa de cualquier insecto, al punto que la misma puede llegar a ser mortífera.

Miles de abejas contra una avispa japonesa

Las abejas japonesas son famosas en el mundo por su mecanismo de defensa contra la avispa japonesa o avispa gigante del Japón (V. mandarinia). Al detectar una avispa en tarea de reconocimiento, es decir, una avispa solitaria que explora la región buscando panales y que, al encontrarlos, los marca con una señal de feromonas para así dejar señalizada la ubicación del panal, las abejas deben tomar una acción drástica, y eliminar a la avispa lo más rápido posible.

Como habíamos mencionado, luchar contra la avispa gigante no es una opción, ya que esto le daría la posibilidad de marcar rápidamente el panal y volver a su nido para avisar a las demás avispas y atacar el panal de las abejas en grandes números. A las abejas, por lo tanto, solo les queda un asombroso mecanismo evolutivo para poder sobrevivir a este apocalipsis: saltar simultáneamente sobre la avispa, encerrarla en una «bola viviente» de abejas, y comenzar a vibrar. Al vibrar, aumentan la temperatura, hasta asesinar a la avispa sofocándola.

Puedes ver este asombroso comportamiento en el siguiente vídeo, en el cual el narrador nos indica que las abejas formaran una bola sobre la avispa y comenzarán a vibrar sus alas, algo que llevará a que la temperatura dentro de la bola llegue a los 47,2ºC.

No obstante, si bien la avispa muere cocinada a esta temperatura, las abejas han evolucionado a lo largo de los miles de años para soportar temperaturas de casi 48ºC, razón por la cual pueden sobrevivir al calor generado dentro de la bola.

Si fallan, el resultado es desastroso, y la avispa logrará volver a su nido y marcar la ubicación del panal a las demás avispas.

Aunque parezca extremo, este sacrificio ha logrado que, a cambio de sacrificar unos cuantos zánganos, el panal logre sobrevivir en su conjunto Es decir, es un mecanismo evolutivo grupal, en el cual el sacrificio de unas pocas abejas permite la supervivencia de miles de abejas dentro del panal.

Supervivencia grupal

La supervivencia grupal, en la cual unos pocos, y a veces hasta muchos, miembros del grupo se sacrifican para salvar al grupo entero es muy común en especies de insectos como las abejas y las hormigas. Especies en las cuales la individualidad es casi inexistente y todo se reduce a un comportamiento de grupo en el cual el individuo como tal no tiene valor en lo absoluto.

Las hormigas son famosas por formar nidos gigantescos, y quizás el mayor ejemplo de esto fue el hormiguero más grande alguna vez hallado, el Gran nido de Hokkaido, también en Japón. Un hormiguero en el cual habitaban tantas hormigas que su número superaba en miles de veces a la población humana entera.

Puedes leer más al respecto en el siguiente artículo: el Gran nido de Hokkaido.