La creación del mundo y el universo en la mitología griega y romana

La creación del mundo en la mitología griega y romana es una fascinante historia de rivalidades, alianzas y traiciones entre dioses.

Sobre la mitología griega

De todas las mitologías de creación, a mi parecer, la grecorromana es la más hermosa. Esto es sin duda alguna porque, a diferencia de la Creación judeocristiana, con los griegos, y por extensión los romanos, nunca existió un canon a seguir. Esto puede verse en especial en los mitos de la creación del mundo.

Estatua de la diosa Atenea.
Estatua de la diosa Atenea.

La creación del mundo según Grecia y Roma puede ser definida como una «Wiki» histórica, donde cada autor diferente enriquecía la historia y la ampliaba según su propio parecer e ideas. En ella participaron y contribuyeron poetas, escritores y filósofos que, movidos por un ansia de explicarlo todo, crearon una novela donde los amoríos, celos y rencores entre los Dioses dieron origen a todo lo que conocemos.

Así mismo, uno de los aspectos más interesantes de la mitología griega es la naturaleza tan humana y natural de los dioses, algo que los hace reconocibles y próximos a nuestra propia naturaleza humana. Hemos hablado en mayor detalle sobre esta característica tan humana de la mitología griega en el siguiente artículo: El mito griego de Jasón y los Argonautas.

La creación del mundo

En el principio… todo era una masa amorfa y confusa, de hecho nada de lo que conocemos hoy en día sean océanos o bosques existía. En ese mundo, regido por la carencia de todo lo conocido, reinaba Caos, un Dios totalmente indiferente, junto a su Diosa Nyx -dios de la Noche, aunque también representa a la noche misma. Muchas deidades grecorromanas eran tanto dioses como la representación literal de lo que representaban- la cual traía un manto de oscuridad perpetua al mundo que negaba la visión de todo y de todos.

Pasarían millones de años y tanto Caos como Nyx comenzarían a aburrirse en su mundo amorfo por lo que irían hasta su hijo, Erebo -Oscuridad- y solicitarían ayuda. No obstante, este traicionaría a su padre y lo destronaría; poseyendo a su madre como esposa en el proceso. De manera comprensible Nyx, quien estaba aburrida de su marido indiferente y alejado, no tendría problema alguno en tomar como amante a su propio hijo y así estos, madre e hijo, esposa y esposo, reinarían juntos por mucho tiempo.

De todas maneras el paso de los años, y tal vez la casualidad, lograría que, curiosamente, de padres tan oscuros y siniestros, nazcan dos hijas hermosas y radiantes: Éter -Luz- y Hemera -Día- quienes, por vez primera en la historia, traerían luz a un Universo reinado por la oscuridad absoluta. Prontamente Éter y Hemera verían que el mundo era algo horrible, plagado de veneno e inexistencia, y frustradas de vivir en un lugar tan desagradable, destronarían a sus incestuosos padres proclamándose Reinas.

Vemos una pintura de la personificación de la tierra, debemos entender que los griegos no la entendía como un planeta, sino como una deidad antropomórfica que controlaba los patrones y eventos naturales, siendo la tierra su cuerpo sobre el cual caminamos.

Imagen de la diosa griega Gaia y la creación del mundo.
La tristeza de Gaia, Josephine Wall. Pintura sobre la creación del mundo y los climas en la mitología griega.

Así, por primera vez, la Luz se extendería acariciando todos los rincones del Universo y tanto Éter como Hemera, al ver lo triste de su mundo, deciden convertirlo en algo bello y majestuoso, un lugar de tanta belleza y magnanimidad el cual, según los mitos más antiguos, es hasta imposible de imaginar por los seres mortales.

Ante semejante tarea, crear un mundo hermoso no era nada fácil, pidieron ayuda a Eros -Amor- y tras un gran esfuerzo crearon a Pontus -el Mar- y a Gaea -la Tierra- dos seres tan únicos como increíbles. Sin embargo, esta primera Tierra era algo pálido, vacío y aburrido: los árboles no tenían hojas que se movieran jugando al ritmo del viento; no existían pájaros que llenaran el campo de suaves melodías con sus cantos, ni tampoco existían las flores que perfumaran los montes con su aroma.

Sencillamente la Tierra no era ese lugar hermoso que se habían propuesto crear. Eros triste y desolado, sintiendo que no podía existir amor en un mundo pálido, repasaba por su cabeza una y otra vez cómo es que los seres se irían a buscar unos a otros si no existía nada que los motivara a hacerlo, o cómo los amantes se declararían su amor sin una omnipresente Luna testigo fiel de su acto.

La tierra: si bien Gaea es la representación divina del planeta tierra, nuestro planeta como objeto astronómico es casi tan curioso y asombroso como la diosa que lo personifica. Puedes aprender más sobre su fascinante naturaleza en el siguiente artículo: Las mejores curiosidades del planeta Tierra y la naturaleza.

Afortunadamente siendo Eros el amor, y qué más fuerte que el amor para empujar a alguien a hacer cosas imposibles con tal de lograr su cometido, decide terminar con la tristeza reinante y crear la belleza. Entonces, tensando fuertemente su arco con la fuerza de su corazón, dio un certero flechazo en el pecho de la tierra, y una estampida de colores y aromas gratificantes comenzaron a surgir del seno de esta.

No solo colores y aromas saldrían de su interior; sino que múltiples animales, aves y flores: miles de hermosos y coloridos pájaros; cientos de tipos de peces sabrosos y majestuosos e incluso las flores más bellas jamás vistas. Serían entonces los nuevos habitantes que adornarían la Tierra con una gracia inimaginable.

Gaea, quien toma vida repentinamente tras este acto, concretando así la creación del mundo. La flamante diosa abriría sus ojos para quedar maravillada con tan majestuoso paisaje. Sin embargo, al elevar su vista vería solo una masa negra, aburrida y amorfa en las alturas la cual no le transmitía ningún tipo de sentimiento o emociones, razón por la cual en un arrebato de creatividad decide cambiarlo por algo majestuoso.

Deseosa de que su vista fuera perfecta decide entonces crear un ser majestuoso y hermoso que habitara estos lugares, es así que crea a Urano -Cielo- y con esto, los cielos de la tierra se vuelven azules, repletos de nubes y en ocasiones de color anaranjado y hasta ennegrecidos cuando los dioses estaban furiosos.

El nacimiento de los Dioses

Urano y Gaea, quienes curiosamente crecerían más poderosos que sus padres, tomarían el trono para reinar por su cuenta. Sin embargo, como si existiera una oscura maldición entre los Dioses helénicos, la traición prontamente se haría presente en sus vidas.

Pintura de Goya. Saturno devorando a sus hijos durante los eventos posteriores a la creación del mundo.
Saturno devorando a sus hijos durante los eventos posteriores a la creación del mundo. Pintura de Goya.

De la unión entre Urano y Gaea nacen nueve hijos y nueve hijas: los Titanes y las Titánidas. Estos hijos, enormes y majestuosos incluso de ni bien nacidos, serían tan fuertes que su padre queda aterrorizado solo con observarlos. Por lo que, precavidamente, decide patearlos del Olimpo y enviarlos al Tártaro -las profundidades insondables-.

Desafortunadamente, para su progenie, se haría costumbre entre Gaea y Urano enviar a sus hijos al Tártaro, claro!, después de todo qué podría salir de seres tan poderosos sino que otros seres tan poderosos como ellos!. Por lo que prontamente los tres Cíclopes -Brontes (Trueno), Esteroges (relámpago) y Arges (relámpago Difuso)- ingresarían a la prision de hijos no deseados. Estos tres seres harían del lugar un infierno para los Titanes, ya que sus gritos y quejas rogando la libertad romperían los tímpanos de sus hermanos constantemente. Al poco tiempo los Centimanos (seres de cien manos) ingresarían al Tártaro para compartir el mismo destino que sus hermanos.

Sin embargo, Gaea, cuyo instinto maternal se apoderaría de ella, no soportaría escuchar el llanto de sus hijos encerrados y a espaldas de Urano descendería al Tártaro para conspirar con sus hijos y salvarlos de tan cruel destino. De los participantes solo el titan Cronos -Saturno, Tiempo- tendría el valor suficiente como para participar en el golpe de estado contra su padre. Gaea, con caricias de madre y un agudo discurso, lo convencería de que la única manera de terminar con el terror de su padre era matándolo, por lo que tras proveerle de una imponente guadaña, lo enviaría a asesinarle.

La batalla sería épica y solo gracias a su poderosa guadaña Cronos logra someter a Urano. Este, tirado en el piso y rendido ante la nefasta visión de ver a su propio hijo a punto de quitarle la vida, le echa una maldición condenándole a sufrir su mismo destino: ser desterrado por su propia progenie. Cronos haría caso omiso y castraría a su padre de un brutal guadañazo -el órgano reproductor de su padre cae al mar y de la cuantiosa sangre derramada nace la diosa más hermosa: Afrodita -Venus- y algunos gigantes-.

Tras deshacerse de su padre libera a sus prisioneros hermanos, quienes alegremente aceptan su mando y lo coronaran como Rey del Universo. Esposado a su hermana, Rhea -Cibeles para los romanos-, Cronos asignaría una porción del mundo a cada uno de sus hermanos: Océano y Tetis gobernarían sobre las aguas; Hiperión y Feba sobre el Sol y la Luna y así los dotes mundiales serían justamente repartidos.

Todo sería alegría y felicidad para Cronos, quien cada Mañana se levantaba desde el Olimpo para observar a su bella Madre Tierra, administrada y cuidada por sus hermanos. Sin embargo, una trágica mañana, tras despertarse, le llega una noticia que lo aterraría: Rhea le haría padre.

Nota sobre los titanes: los titanes era dioses al igual que los dioses olímpicos, su única diferencia era la familia o rama a la que estos pertenecían. Muchos de los titanes eran seres con buenas intenciones, como el titán Prometeo quien se rebeló ante los dioses olímpicos y dio la llama del conocimiento a los seres humanos. Puedes leer más al respecto en el siguiente artículo: Prometeo y la Caja de Pandora.

El recuerdo de la maldición comenzaría a recorrer su mente como una carroza de guerra en llamas, y tan certero como una flecha envenenada clavada en el pecho, este, deseoso de mantenerse en el poder, decide asesinar a su flamante hijo. Es así que, dirigiéndose hacia el lecho maternal de Rhea, le pide al recién nacido para observarlo. Rhea prontamente no podría creer lo que le contaban sus húmedos ojos: Cronos, de un solo bocado, devoraría a su hijo sin la menor piedad.

Detalla de una estatua de Zeus.
Detalla de una estatua de Zeus.

Sin consuelo, Rhea lloraría y sufriría por su hijo de tal manera que la muerte de este se convertiría en una herida punzante que se repetiría una y otra vez con cada parto. Así, hijos e hijas, serían devorados uno tras otro.

No obstante, Rhea haría un intento desesperado por salvar a su hijo menor y más amado: Zeus -Júpiter para los romanos-. Vistiendo una piedra con un pañal le entregaría a Cronos el falso recién nacido y este, ciego por la desesperación de no darle un segundo de oportunidad a su hijo de cumplir el presagio de su destronado padre, devoraría la piedra al instante ignorando la trampa.

Ahora estaba Rhea feliz de haber salvado a su hijo. De todas maneras sabía que debía esconderlo de la atenta mirada de Urano por lo que corre hacia las Ninfas y les entrega su preciado tesoro pidiéndoles que lo cuidaran y protegieran. Estas acongojadas por las lágrimas de Rhea, deciden cuidar con sus vidas al joven dios y lo transportan hacia la cueva más profunda en el Monte Ida.

Zeus es entonces amamantado por la Cabra Amaltea, cuya leche era tan nutritiva y sabrosa que le otorgaría una fuerza tan magna que incluso las montañas temerían prontamente a su pasar.

Cronos, ignorante de su hijo, permanecería conforme con su intento de eliminar la maldición de su padre. Hasta que un día, un Zeus ya hecho un hombre, lo iría a buscar para tomar venganza. Tras un corto encuentro Zeus se elevaría victorioso, y con una acertada patada a su padre, le haría vomitar a sus hermanos y hermanas: Neptuno, Pluton, Vesta, Ceres y Juno.

Así, los nuevos Dioses, tras la creación del mundo y su subida al poder, deberían enfrentar épicas batallas y desafíos antes de hacerse con el Olimpo y el mando del Universo.

Estatua de Poseidón.
Estatua de Poseidón.

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